En su visita a la Estanca, Enrique Lacleta vio a un aguilucho lagunero, posado entre las matas, que movía su cabeza a uno y otro lado. Esperó para ver lo que hacía, captando una serie de imágenes que nos ha traído.
Lo que, probablemente, era una hembra cogió
con el pico unas ramitas y elevó el vuelo, en dirección hacia el lugar del carrizal
donde estaba construyendo su nido.
Hasta allí fue llevando ramas de diferentes
tamaños, haciendo gala de una actividad incesante.
Pero no sólo eran ramas, pues en estas
otras fotos se ve entre sus patas algo que no hemos podido identificar.
De todas formas, no era la única hembra
de aguilucho en la zona, pues en estas otras fotos se aprecian sensibles diferencias
en el colorido de las alas de este ejemplar que, en una de ellas, también lleva
prendida de una pata lo que parece ser una rama.
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