Fue el año 2011, cuando Carlos García Viñal que entonces era un joven investigador que estaba cursando la licenciatura en Historia en la Universidad de Zaragoza quien nos trajo un interesante trabajo sobre la población de Borja en el siglo XVIII, en el que, a través de los registros parroquiales, analiza los nacimientos, matrimonios y defunciones que tuvieron lugar en esa época. Junto con el análisis global de la estructura de la población, en esos momentos, aportaba datos de gran interés sobre diversos acaecimientos.
Entre ellos, nos llamó poderosamente la
atención la noticia que recogía sobre el derrumbamiento del arco de San
Francisco acaecido el 1 de marzo de 1795, del que no teníamos conocimiento
hasta entonces, porque además no había quedado reflejado en las actas
municipales que habíamos estudiado
La parroquia de Saint Georges de
Montbarla
Pero lo cierto es que, en la fecha citada,
el arco se derrumbó inesperadamente, ocasionando la muerte de dos personas que pasaban
bajo él en ese momento. Uno de ellos era Manuel Belsué y el otro, un sacerdote
francés, Don Juan Baisieres, que había sido vicario regente de la parroquia de
Saint Georges de Montbarla, perteneciente al obispado de Cahors, en la región
actual de Midi-Pyrénées.
En aquella época, Francia y España se
enfrentaban en la llamada guerra de la Convención. El triunfo de la Revolución
en el país vecino había provocado el exilio de muchos sacerdotes y religiosos.
El abate Baisieres había llegado a Borja, como refugiado, y se alojaba en el
convento de San Francisco.
Desde allí se dirigía al centro de la
población, atravesando el arco, cuando se produjo el derrumbamiento. Además de
las trágicas consecuencias de este hecho, debemos considerar que el arco que
hemos conocido tuvo que ser rehecho posteriormente.
Este arco, que fue la principal puerta de
acceso a la ciudad, fue reconstruido por el gran arquitecto Agustín Sanz, pero volvió
a presentar graves señales de ruina en 1969, en parte ocasionadas por el
derribo del edificio contiguo, el palacio de los Mañas, varios años antes.
Ante la gravedad de la situación, el
Centro de Estudios Borjanos, que acababa de iniciar sus actividades, emprendió
una campaña para su restauración. El presupuesto realizado por el arquitecto
Sr. Lizaranzu ascendía a la cantidad de 70.000 pta. que no pudieron ser
reunidas, a pesar de recurrir a la Excma. Diputación Provincial.
Por ese motivo, el ayuntamiento de Borja
decidió derribarlo, aunque, a instancias del Centro, en el último momento se
pudo mantener la fachada principal que da a la plaza de San Francisco, siendo
demolidas la fachada interior a la calle y el cuerpo de unión entre ambas.
Así estuvo durante muchos años, hasta que, durante el último mandato de D. Luis María Garriga se acometió su restauración. El arco fue rehecho y se enlucieron sus paramentos, como habían estado originalmente. Quedó pendiente la pintura del mismo que se llevó a cabo posteriormente, aunque, en la actualidad sería conveniente volver a repasar los paramentos y eliminar alguna pintada.
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