viernes, 20 de septiembre de 2024

Las ejecuciones de un reo de Calcena y un farmacéutico de Bulbuente

 

         El 21 de septiembre de 1915 fue ejecutado en Zaragoza Felipe Pasamar Gregorio, nacido en Calcena en 1883, tras ser condenado a muerte, sin serle conmutada esta pena. La ejecución tuvo lugar en la antigua cárcel de Predicadores, dado que la de Torrero no fue inaugurada hasta 1928.

En 1913, Felipe había tenido la desgracia de ver morir a su hija, de corta edad, tras una breve enfermedad que su mujer y otros familiares cercanos atribuyeron al “mal de ojo” provocado por una persona cercana.

 

         Con el deseo de corroborar esa sospecha, decidieron acudir a la “sibila de Alpartir”, una adivina que gozaba de gran renombre entre personas crédulas, la cual les confirmó la causa de la muerte, señalando como origen del “mal de ojo” a una persona que residía cerca de ellos. Comoquiera que, junto a la vivienda familiar, se encontraba la casa de su padre Vicente, de su madrastra Francisca Royo y de una hija de ambos, con los que mantenían pésimas relaciones, las sospechas recayeron sobre ellos.

         Alentado por su mujer, Felipe Pasamar se dirigió en su busca, armado con una pistola y un cuchillo. Los encontró trabajando en un campo y, sin mediar palabra, asestó una cuchillada a su padre y disparó contra la madrastra, rematándolos a golpes en el suelo. Después, asesinó a su hermanastra.

         Al ser detenido, estuvo a punto de ser linchado por los habitantes de Calcena, soliviantados por tan terribles crímenes. Sin embargo, pudo ser conducido hasta Borja donde se encontraba la cárcel del partido, al que pertenecía esa localidad.

         Pero los crímenes de esta naturaleza, en aquella época, se juzgaban en la Audiencia de Zaragoza, donde fue condenado a muerte en 1915. Para entonces, las ejecuciones ya no despertaban el entusiasmo de antaño, sino que por el contrario la opinión popular se había manifestado en diversas ocasiones contraria a ellas. Así ocurrió en 1892, con dos condenados por el llamado “crimen de Conesa” un fabricante zaragozano de sombreros, finalmente indultados tras las manifestaciones protagonizadas en la capital aragonesa por miles de personas.

         En el caso que nos ocupa, Heraldo de Aragón publicó algunos artículos recabando una movilización similar. De hecho, el 20 de septiembre de 1915, víspera de la fecha señalada para la ejecución, miles de personas, encabezadas por las autoridades locales, diputados a Cortes y provinciales, el rector de la Universidad y representaciones de distintas entidades recorrieron las calles de Zaragoza, pidiendo el indulto. La manifestación llegó a las puertas del Gobierno Civil, accediendo al edificio una comisión que se entrevistó con su titular, el cual se comprometió a realizar las gestiones precisas para intentar conseguir la conmutación de la pena. La tensión era evidente y fue necesario alertar a la Guardia Civil, en previsión de altercados.

         Aquella noche, el propio arzobispo asistió al condenado. Se trataba de D. Juan Soldevila y Romero que, en 1919, fue creado cardenal, siendo asesinado el 4 de junio de 1923 por dos anarquistas.

 

         A pesar de la expectación creada, el indulto no llegó y a las siete de la mañana de 21 de septiembre de 1915, Felipe Pasamar fue agarrotado en el patio de la cárcel, en presencia de un reducido número de personas. El resto de los zaragozanos tuvieron conocimiento de que la ejecución se había llevado a cabo, al ser izada en la prisión la bandera negra utilizada para dar a conocer el cumplimiento de la sentencia.

         Este trágico suceso fue estudiado por Celedonio García y José Antonio Adell y fue recreado en el programa “Cuarto milenio”. Nosotros lo incluimos también en la obra Crímenes ejemplares.

 

El 21 de septiembre de 1936 fue fusilado en Bulbuente D. Ramón Latorre Luna, que había nacido en esa localidad en 1877. Aunque su padre era médico, él optó por cursar la carrera de Farmacia en la Facultad de Santiago de Compostela, en la que se graduó como Licenciado en 1909. Ejerció la profesión en Tarazona y allí fue detenido al comienzo de la Guerra Civil, por sus ideas izquierdistas, siendo conducido a Bulbuente donde fue ejecutado.


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