domingo, 5 de julio de 2020

Cuando todos los habitantes de Purujosa quisieron abandonar la población



         Ha sido D. Ramiro Adiego Sevilla, purjosano de adopción y vocación, quien nos ha llamado la atención sobre un artículo publicado en el último número de Vía Lata que nos había pasado desapercibido. Se titula “Cuando Purujosa (Zaragoza) pidió trasladarse a La Violada” y lo firma D. Julio Abad Piracés.




         En él se relata la curiosa historia de la iniciativa adoptada por los habitantes de esa localidad, entonces perteneciente al Partido Judicial de Borja, de emigrar en masa a la zona de La Violada, entre Almudévar y Zuera.

         Acaeció en 1929, durante la Dictadura de Primo de Rivera, época en la que se había creado la Confederación Hidrográfica del Ebro y puesto en marcha la introducción del regadío en zonas como la de La Violada. Para cultivarlas se requerían colonos y, por este motivo, los habitantes de Purujosa que, en aquellos momentos, eran alrededor de 500, acordaron en una reunión plenaria el trasladarse a esas nuevas zonas de regadío.



         El motivo que se aducía para ello era la precaria situación económica por la que atravesaba la población. La deforestación llevada a cabo durante la segunda mitad del siglo XIX y el cierre de las minas de Valdeplata, habían provocado una considerable merma de sus ingresos, al igual que en otras localidades de la zona.




         A ello vinieron a sumarse algunas catástrofes climatológicas, como el desbordamiento del río Isuela el 25 de junio de 1929. Estas fotografías las tomó, en Purujosa y Calcena, Ramiro Adiego cuando tras unas tormentas, comenzó a discurrir agua por el barranco de la Virgen (foto superior) y el Isuela llegó a tener un caudal de 51 metros cúbicos por segundo, a su paso por Calcena (foto inferior).

         Pero, en 1929, la crecida fue mucho más espectacular, dado que alcanzó una altura de seis metros y arrasó toda la zona de regadío. En el artículo citado se afirma que las descargas eléctricas ocasionaron la muerte de algunas personas, dejando a las restantes sin medios para subsistir durante el siguiente invierno.




         Aunque la solicitud de los purjosanos fue informada favorablemente por la Junta Social del Gállego, reunida en diciembre de 1929 en la Granja de Almudévar, la emigración masiva no se llevó a efecto por razones que ignoramos y que habrá que investigar.
         En cualquier caso, se trata de un caso llamativo, aunque no único, dado que, en 1911, los habitantes de Calcena ya habían querido emigrar en masa a la Argentina, como comentaremos en otra ocasión.
         Pero, lo que entonces parecía una cosa sorprendente, ha llegado a consumarse cien años después cuando el número de habitantes que, de forma permanente, residen en Purujosa y Calcena, es prácticamente simbólico. De ahí que, cuando nos planteamos los problemas de esa “España despoblada” que tanto interesa ahora, no debamos olvidar que es imposible fijar población cuando no existen los recursos económicos ni los servicios necesarios para su mantenimiento.

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