Acabamos
de recibir el último número de la revista Cuadernos
de Etnología y Etnografía de Navarra, en el que se incluye un artículo de
Maite Lostado Martín, sobre “El paloteado de Cortes”.
En
él se hace referencia a la estructura del mismo que, al igual que otros de la
Ribera de Navarra, tiene una estrecha relación con los de nuestra zona. De
hecho, la autora cita, entre sus referencias, al libro de Carlos Castán, sobre el dance de Albeta, publicado
por nuestro Centro.
Pero,
especial interés tiene la cita a esta obra de Iván Heredia y Guillermo
Carranza, sobre el notario D. Vicente Pérez Petinto, en la que se incluía la
noticia de que, en 1804, el dance de Cortes se representó en Mallén. El citado
notario solía incluir en sus protocolos algunas reseñas sobre los
acontecimientos más importantes que, en aquellos momentos, se vivían en la
población. Por este motivo, constituye una fuente de gran interés para el
conocimiento de la pequeña historia local del municipio.
Por
ese motivo, en 1804, escribió que “aunque parezca ociosidad, no dejaré decir
por cosa extraordinaria” las circunstancias por las que los vecinos de Cortes
tuvieron que representar en Mallén el dance en honor a su patrón San Miguel.
Al
parecer, cuando tenían todo preparado en Cortes, “el Señor Alcalde de la Villa,
por justos motivos que tenía” no les permitió llevarlo a cabo, por lo que se
trasladaron a Mallén, donde “en atención a la buena armonía que se profesa
entre ambos pueblos” no sólo pudieron hacerlo, sino que también se corrieron
novillos en la plaza, dos de ellos de muerte. Los de Cortes, vestidos de
toreros, “los torearon y picaron con el mayor primor, matándolos tan bien como
“si hubiesen sido del oficio”. Merece la pena leer esa crónica y todas las
incluidas en el libro que comentamos.
Como
también hay que visitar Cortes, una localidad tan vinculada históricamente a
nosotros, no sólo por el legendario “escachamatas”, sino porque comparte muchos
rasgos comunes, como los de su arquitectura plasmada en notables edificios,
algunos lamentablemente desaparecidos, realizados por los mismos alarifes. De
hecho, Antón de Veoxa trabajó en la iglesia parroquial de Cortes.
Tan
sólo la visita a su extraordinario castillo, justifica el desplazamiento. El
edificio es, ahora, de propiedad municipal y sus jardines han sido
acondicionados como parque público, con múltiples alicientes.
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