En
un artículo anterior señalamos que la construcción de este templo, como la del
resto del convento, fue capitulada en 1669 con uno de los mejores arquitectos
del momento, Felipe Busiñac y Borbón, aunque no la llegó a terminar, debido a
los problemas surgidos que, según algunos estudios publicados, fueron de origen
económico. La terminación de las obras la llevó a cabo el maestro borjano Juan
Gómez que había trabajado con Busiñac. Al parecer, cuando se hizo
cargo de esta nueva fase, ya estaban levantados los muros, siendo el
responsable del cerramiento de la cubierta del templo y de la construcción de
la sacristía.
El
templo es de planta de cruz latina con cabecera recta y cinco tramos. Tiene
tres naves, siendo las laterales de mucha menor altura que la central, a la que
se abren por arcos de medio punto, entre pilastras, sobre las que discurre un
entablamento del que arranca la bóveda.
Esta
bóveda central es de lunetos, aunque sin ventanas en los mismos. En su lugar
están pintadas alegorías marianas, sobre las que nos ocuparemos en otro
artículo. En el centro de cada tramo hay un pinjante de yeso, enmarcado por
pinturas con motivos florales.
Las
naves laterales que, como hemos señalado, son de mucha menor altura, se cubren
con bóveda de arista y, cada uno de sus tramos, es utilizado como capilla,
estando comunicadas entre sí por arcos de medio punto.
Sobre
el crucero, se dispone una cúpula sobre pechinas y con linterna, en la que se
abren seis vanos rectangulares y de arco rebajado. La remata un gran florón de
yeso y todo el conjunto está decorado con frescos de temática mariana.
A
los pies del templo se encuentra el coro, que ocupa dos tramos de la nave y se
apea sobre un arco carpanel. El espacio inferior resultante se cubre con bóveda
de arista.
El coro se cierra con una gran reja,
dividida entre tramos, que ha conservado las características originales de este
tipo de cerramientos propios de los conventos de religiosas, en los que se
añadían a las rejas unas púas largas y afiladas para obstaculizar la
aproximación.
Desde este espacio seguían las celebraciones litúrgicas
las religiosas de la comunidad que, en la actualidad, se disponen en la parte
anterior de la nave central, separadas del resto de los fieles por una pequeña
verja.
A
la derecha del coro y comunicado con él, se encuentra el órgano. Su instalación
en este lugar se realizó en 1802, por el organero riojanos Manuel Sanjuán, para lo que fue necesario retirar el
lienzo que existía sobre el arco, al igual que en el resto de la nave, aunque
se ha conservado.
A ambos
lados del presbiterio y del crucero existen tribunas con rejas que facilitaban
una mayor aproximación de las religiosas al altar.
En el testero izquierdo del crucero se ha
conservado esta ventana, enmarcada por una decoración en yeso y pintura, a
través de la cual se administraba la Comunión a la comunidad.
También se han mantenido los dos púlpitos adosados a
la primera pilastra de la nave, junto al crucero, decorados con cabezas de
ángeles sobre cornucopias y volutas voladas en cada uno de los ángulos.
En el interior del tornavoz está pintada la paloma
que representa al Espíritu Santo y está rematado por la estructura que aparece
en la fotografía superior.
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