Aprovechando
las excelentes fotografías realizadas por Enrique Lacleta, con destino a un
folleto turístico que se está preparando, vamos a publicar una serie de
comentarios sobre este monumento, uno de los más destacados de nuestra ciudad,
declarado Bien de Interés Cultural en 1983.
En
la actualidad, subsisten en nuestra ciudad dos comunidades de religiosas de
vida contemplativa, la de franciscanas clarisas y esta de concepcionistas
franciscanas. En ambos casos, sus conventos fueron levantados a las afueras de
la población, junto a las dos puertas más importantes de la misma. El de
clarisas, al exterior de la puerta de San Francisco y el de concepcionistas al
otro lado de la puerta de Zaragoza o arco de la Carrera que, en la fotografía
aparece al fondo, con el aspecto que ahora presenta, tras las reformas
efectuadas a comienzos del siglo XX.
Mientras
que el convento de Santa Clara fue una obra propiciada por el concejo de Borja,
el de la Concepción surgió por iniciativa de una dama natural de Mallén, Dª
Inés Valeriana Ruiz de Razazol que, en 1619, había contraído matrimonio con el
borjano D. Diego Nogués, estableciendo su residencia en nuestra ciudad, donde
tuvieron tres hijos, dos de los cuales murieron muy jóvenes y el segundo
profesó como religioso dominico. Al quedar viuda, decidió invertir toda su
fortuna en la fundación de un convento que, en principio pensó levantar en
Mallén y que, ante las dificultades encontradas, terminó estableciendo en
Borja. Las primeras religiosas llegaron a la ciudad el 15 de septiembre de
1652, procedentes de Ágreda y a ellas se sumaron la propia fundadora y otras
jóvenes borjanas.
No
fue hasta 1699, dos años antes del fallecimiento de Dª Inés, que había tomado
el nombre de Sor Inés María de la Cruz, cuando se capituló la construcción de
un nuevo edificio que no estuvo exenta de problemas.
Durante
mucho tiempo se ha venido afirmando que fue obra de uno de los más prestigiosos
arquitectos aragoneses del momento, Felipe Busiñac y Borbón, a quien el 3 de
junio de 1669 se encomendó la construcción de la iglesia y de una parte o
“cuarto” del edificio. Sin embargo, desde que, en 1996, Ana Isabel Bruñén
Ibáñez y María Begoña Senac Rubio, publicaron en el número X de Aragonia Sacra, un artículo dedicado a
este convento, se sabe que la intervención de Busiñac fue muy limitada, pues
surgieron fuertes discrepancias que paralizaron la obra, retomada en 1685 por
Juan Gómez, al que en la documentación se le cita como “albañil, ciudadano de
esta ciudad” que fue quien terminó la fábrica de la iglesia.
En
estos momentos, quedan pendientes de aclarar diversos aspectos de la
construcción de todo este conjunto monumental. Sí se sabe que las dos portadas
del templo fueron realizadas por otro albañil borjano, Juan Cristóbal menor.
Era hijo de otro albañil del mismo nombre al que, en la documentación se le
añade el apelativo de “mayor” que, el 11 de octubre de 1686, cuando se capituló
la obra de estas dos puertas, ya había fallecido.
A juzgar por las características de
estas dos obras, la que se encuentra en la actual avenida de Cervantes y la que
se abre al patio interior que da a la calle de la Concepción, Juan Cristóbal
menor era un albañil de calidad y, sin duda, las mismas cualidades reunía Juan
Gómez, por lo que es justo reconocerles el mérito que les corresponde en la
ejecución del convento.
Es
probable que fueran, también, los responsables de la fachada principal del
convento, aunque a la vista de la documentación, no podamos aseverarlo, por el
momento.
En
próximos artículos hablaremos del Patrimonio Artístico de la iglesia conventual
que reúne elementos de gran interés.
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