Aunque
a mediodía de ayer, el Pregón anunció en las plazas de Borja la celebración del
Entierro de Cristo, a la hora fijada, la amenaza de lluvia forzó a los
responsables del mismo a suspender el recorrido tradicional que culmina en la
plaza del Campo del Toro, donde se lleva a cabo la ceremonia de sellado del
arca. En su lugar, y como había ocurrido en alguna otra ocasión, se decidió
celebrarla en el interior de la colegiata.
A
lo largo del día, la imagen de Cristo yacente, acompañada por la Virgen de la
Soledad y por la de San Juan Evangelista, había sido velada por los cofrades de
la cofradía de las Almas, en la capilla de San José.
Desde
el claustro partió la comitiva que, encabezada por la cruz parroquial, estaba
formada únicamente por una representación de las cofradías, ya que los
distintos pasos que forman el duelo del Señor, habían sido distribuidos
previamente por la nave de la iglesia.
A
continuación, hizo su entrada el arca descubierta, escoltada por los
alabarderos y seguida por el centurión con los “angélicos”, dirigiéndose a la
cabecera de la nave donde quedó depositada.
Allí,
tras ser cubierta, el centurión procedió a su sellado, siguiendo las órdenes de
uno de los angélicos. Tras colocar el primero de los sellos, golpea con el
martillo que porta el niño, la tapa del arca, momento en el que se “rompe” el
velo del templo que, en esta ocasión, no estaba presente.
Tras
rendir honores, los alabarderos se retiraron, mientras la Virgen expresaba su
dolor por medio del movimiento de los brazos y cabeza de esa singular imagen
articulada a la que hicimos referencia en un artículo anterior.
Se
cantó el aria que cada año, se interpreta al regreso del Campo del Toro y, seguidamente, el párroco D. Florencio Garcés
Argudo pronunció unas palabras, destacando el significado religioso del acto.
En
lugar destacado asistieron a la misma los miembros de la corporación municipal
que, siguiendo la tradición, llevaban guantes negros y trajes oscuros, mientras
los maceros que les precedían portaban las mazas enfundadas en negro.
A
pesar del cambio que las circunstancias atmosféricas impusieron, fueron
numerosas las personas que se congregaron en Santa María, asistiendo a un acto
que, dentro de las limitaciones, se pudo realizar con gran dignidad.
Queremos agradecer a Isabel Esparza el esfuerzo realizado para poder disponer de las fotografías que figuran en este artículo.
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