Purujosa
es una localidad enclavada en un bellísimo lugar que, muy poco después de la
Reconquista, quedó bajo el control del monasterio de Veruela. El rey Sancho de
Navarra y el príncipe Ramón Berenguer IV habían entregado a los monjes el
castillo de la población y, en 1177, Alfonso II donó todo el lugar al
monasterio. El 17 de diciembre de 1247, el abad de Veruela permutó el castillo
y la “villa” de Purujosa por el castillo y villa de Bulbuente. La localidad
pasó a poder de los Martínez de Luna y, posteriormente, se vinculó al condado
de Morata de cuyos estados formó parte hasta el siglo XIX.
Uno
de sus monumentos es la iglesia
parroquial de El Salvador, un modesto edificio construido, a finales del
siglo XII o comienzos del XIII, en mampostería con refuerzos de sillería en los
extremos de la cabecera. En el hastial se abren dos vanos, a manera de
espadaña, donde se alojan las campanas.
A
través de un arco rebajado se accede, desde la plaza, a un espacio abierto que
discurre por toda la fachada lateral y,
en el que se encuentra la entrada al templo, situada en el penúltimo tramo de
la nave, protegida por un porche o pórtico con cubierta de tejas sobre rollizos
de madera.
El
interior es de planta rectangular y de una sola nave, dividida en cinco tramos
por arcos fajones apuntados. Entre ellos se disponen algunos sencillos
retablos.
En
el lateral izquierdo se abre la única capilla existente, que está cubierta con
bóveda de crucería estrellada y se abre a la nave por un arco de medio punto con
el intradós decorado con lacerías.
A
los pies se encuentra el coro, levantado sobre una bóveda rebajada y con
antepecho de gran interés, formado por cinco paneles de yeserías caladas, de
inspiración mudéjar, entre pilastras toscanas.
El
otro edificio de interés es la ermita de la Virgen de Constantín, un curioso
edificio excavado en la roca que se cierra con esta fachada de mampuesto,
rematada por un alero doble de esquinillas.
El
tramo central es el único que se cubre con bóveda de crucería estrellada con
pinjantes en sus cruces. Al igual que la iglesia parroquial, esta antigua
ermita fue objeto de obras de reforma en el siglo XVI y fue entonces cuando se
le dotó de esta ornamentación.
El
coro situado a los pies, presenta características similares al del templo
parroquial, con cuatro paneles calados en el antepecho.
Esta
es la imagen titular, fotografiada en la parroquia, el día de su fiesta del año
2011, poco después de su restauración. Se trata de una talla realizada en el
siglo XIII en la que María, aparece representada como Sedes Sapientae, teniendo en sus rodillas al Niño. La Virgen porta
en su mano derecha una manzana, en alusión al pecado original, mientras que el
Niño sostiene el globo terráqueo.
Sobre
el Patrimonio Artístico de ambos templos, el Centro de Estudios Borjanos
publicó, en 2011, el inventario de los mismos, realizado por Alberto Aguilera
Hernández y Ramiro Adiego Sevilla.
Pero
el interés de esta localidad no se limita a los edificios citados. Ya hemos
destacado la belleza de su entorno en la que ha sido llamada “La cara oculta
del Moncayo”, lo cual justifica plenamente una visita a la misma.
Pero,
lo más sorprendente de Purujosa es que, tras unos años de abandono, fruto de la
grave crisis demográfica, ha iniciado un proceso de recuperación que queda
patente en la acertada rehabilitación de muchos de sus edificios, en el cuidado
de sus calles y de los parajes próximos. Si este proceso continuara, como
deseamos, el trabajo realizado constituiría un ejemplo para una zona en la que
no se prodigan actuaciones similares.
Nuestro
deseo sería que Purujosa recibiera, por parte de todos, la atención que merece
y, sobre todo, que hubiera personas interesadas en la culminación de la
restauración de los edificios que quedan por recuperar. Para los interesados en
conocer la localidad, y estos días pueden ser una ocasión propicia, debemos
recordar que dispone de un albergue para alojarse.
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