Mientras
sonaban todas las campanas de la colegiata de Santa María, hizo su entrada en
la plaza de la Virgen de la Peana, cuyos balcones lucían también colgaduras, la
comitiva para dar comienzo a la última de las escenas, pero no la menos
importante.
Junto
al pórtico se había dispuesto un estrado con los sitiales que ocuparon los
reyes, teniendo a su lado a los más destacados personajes del cortejo.
El
relator explicó que el 1 de enero de 1488 el rey D. Fernando había creado en
Aragón la Santa Hermandad, a semejanza de la que ya existía en Castilla desde
1476. Precisamente, la estancia de los reyes en Borja tuvo como objetivo
principal el de celebrar su primera Junta General, en presencia de los monarcas,
siendo de hecho la única que se llevó a cabo, dada su efímera existencia.
Desde
la plaza de Santa María llegaron, a pie y a caballo, los cuadrilleros de la
Santa Hermandad, interpretados por miembros de la cofradía de San Juan,
precedidos por su enseña y batiendo cajas.
La
misión de esta institución era la de reprimir el bandolerismo en el ámbito
rural, siendo el primer cuerpo de Policía que existió en Europa y un remoto
precedente de la actual Guardia Civil.
Situados
frente a los reyes, subió al estrado su alférez, dirigiéndoles una alocución el
monarca en la que puso de manifiesto las dificultades que encontraban en el
desempeño de su misión, por la reticencia de algunos nobles, a pesar de lo cual
les exhortó a proseguir su tarea, como garantía de la seguridad de todos los
habitantes del reino.
A
continuación, les invitó a renovar su compromiso solemne, siendo respondido por
los cuadrilleros al unísono mientras redoblaban los tambores, dando fin de esta
forma a la primera parte de la recreación.
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