Acabamos
de adquirir el nº 243 del Boletín Oficial
de Los Previsores del Porvenir, la publicación periódica de la Asociación
del mismo nombre, correspondiente a julio de 1946, en el que se inserta una
crónica de un interesante acto celebrado en Borja que nos ha sorprendido, al
igual que les ocurrirá a nuestros lectores.
En
primer lugar, es preciso recordar que “Los Previsores del Porvenir” fue una
asociación creada en Francia por Federico Chatelus, un obrero tipógrafo que, en
unos momentos en los que no existían las pensiones, garantizaba a los asociados
la percepción de una renta vitalicia, basada en los que se denominó modelo
chatelusiano que, en definitiva, era un sistema piramidal con enormes riesgos,
a pesar de la cual alcanzó una gran difusión en diversos países. Chatelus murió
en 1914, sin más fortuna que la pensión que le había señalado la sociedad
fundada por él que, en aquellos momentos, había adquirido ya una enorme
importancia.
En
España se había establecido en 1904, pero para garantizar su seguridad años
después se decidió constituir lo que se llamó Banco Popular de Los Previsores
del Porvenir, aprobado por el Ministerio de Hacienda el 5 de julio de 1928. Con
un capital social de 10 millones de pesetas, entre sus primeros accionistas
figuraba el propio rey Alfonso XIII. El banco que era independiente de la
sociedad cumplía una función complementaria y según algunos investigadores fue
el origen del hasta ahora existente Banco Popular Español, aunque la formación
de este último respondió a un proceso más complejo.
La
publicación reproduce una crónica aparecida en Heraldo de Aragón, ilustrándola con fotografías, en la que relata
el pago de las primeras pensiones en nuestra ciudad, en mayo de ese año.
Los
actos se iniciaron en la Casa Consistorial de la que partió una comitiva,
encabezada por la Banda Municipal, en la que figuraban las autoridades locales,
el clero y la prensa, desfilando en último lugar la Tropa de Exploradores con
su bandera que es la que aparece en imagen en el dintel de la puerta, pues la
que aparece en primer plano es la de la sección local de la asociación.
Precisamente,
en la antigua colegiata de Santa María se procedió a bendecir esa bandera (es
posible que se conserve en alguna casa particular) que había sido bordada por
las señoritas Pilar Jiménez, sus cuñadas Gloria, Ángeles y Pilar Fraile, y Margarita
Revillo. Como madrina de la bandera actuó Ángeles Fraile que es la que aparece
señalada con una cruz en la imagen anterior.
Seguidamente se celebró una misa en sufragio de los socios fallecidos.
Desde
Santa María se trasladaron de nuevo a la Casa Consistorial en cuyo Salón de
Reyes se procedió a la entrega de las primeras pensiones vitalicias. Hicieron
uso de la palabra el Alcalde D. Juan Antonio Alzola, D. Manuel Méndez,
Presidente de los Exploradores y habitual interviniente en este tipo de
celebraciones, y D. Eusebio Castellot que era el “delegado” de la asociación y
que regentaba un acreditado establecimiento comercial en la plaza del Mercado,
donde ahora existe una carnicería.
En la
Fonda del Comercio, al frente de la cual estaban los hermanos Fraile (que sin
duda debían ser miembros de la asociación) se ofreció un “fraternal banquete” a
todos los pensionistas e invitados. Hubo brindis improvisados por el señor Jarabo “que dedicó un bello canto a la mujer española” (no sabemos qué relación
tenía el tema de su alocución con lo que se celebraba), así como por los señores
Castellot y Orduña que, en este caso, alzaron sus copas deseando la prosperidad de
Los Previsores del Porvenir.
Esta fotografía está
tomada después del banquete en el patio exterior de la propia fonda, siendo los
pensionista, las dos personas que
aparecen a la derecha de la bandera, vestidos con traje regional y rodeados por
la Guardia Civil (probablemente como medida de seguridad ante la espléndida
retribución que acababan de percibir).
“Por la noche hubo
música en la plaza de la Constitución y la gente joven danzó de lo lindo,
terminando tan simpática y agradable fiesta, de tan grato recuerdo para los
borjanos”. Por nuestra parte, no teníamos conocimiento de este acontecimiento del
que nos complace dar cuenta, tras el hallazgo casual de la crónica
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