viernes, 25 de agosto de 2017

Los Previsores del Porvenir en Borja


         Acabamos de adquirir el nº 243 del Boletín Oficial de Los Previsores del Porvenir, la publicación periódica de la Asociación del mismo nombre, correspondiente a julio de 1946, en el que se inserta una crónica de un interesante acto celebrado en Borja que nos ha sorprendido, al igual que les ocurrirá a nuestros lectores.
         En primer lugar, es preciso recordar que “Los Previsores del Porvenir” fue una asociación creada en Francia por Federico Chatelus, un obrero tipógrafo que, en unos momentos en los que no existían las pensiones, garantizaba a los asociados la percepción de una renta vitalicia, basada en los que se denominó modelo chatelusiano que, en definitiva, era un sistema piramidal con enormes riesgos, a pesar de la cual alcanzó una gran difusión en diversos países. Chatelus murió en 1914, sin más fortuna que la pensión que le había señalado la sociedad fundada por él que, en aquellos momentos, había adquirido ya una enorme importancia.

         En España se había establecido en 1904, pero para garantizar su seguridad años después se decidió constituir lo que se llamó Banco Popular de Los Previsores del Porvenir, aprobado por el Ministerio de Hacienda el 5 de julio de 1928. Con un capital social de 10 millones de pesetas, entre sus primeros accionistas figuraba el propio rey Alfonso XIII. El banco que era independiente de la sociedad cumplía una función complementaria y según algunos investigadores fue el origen del hasta ahora existente Banco Popular Español, aunque la formación de este último respondió a un proceso más complejo. 




         La publicación reproduce una crónica aparecida en Heraldo de Aragón, ilustrándola con fotografías, en la que relata el pago de las primeras pensiones en nuestra ciudad, en mayo de ese año.
         Los actos se iniciaron en la Casa Consistorial de la que partió una comitiva, encabezada por la Banda Municipal, en la que figuraban las autoridades locales, el clero y la prensa, desfilando en último lugar la Tropa de Exploradores con su bandera que es la que aparece en imagen en el dintel de la puerta, pues la que aparece en primer plano es la de la sección local de la asociación.

         Precisamente, en la antigua colegiata de Santa María se procedió a bendecir esa bandera (es posible que se conserve en alguna casa particular) que había sido bordada por las señoritas Pilar Jiménez, sus cuñadas Gloria, Ángeles y Pilar Fraile, y Margarita Revillo. Como madrina de la bandera actuó Ángeles Fraile que es la que aparece señalada con una cruz en la imagen anterior.  Seguidamente se celebró una misa en sufragio de los socios fallecidos.



         Desde Santa María se trasladaron de nuevo a la Casa Consistorial en cuyo Salón de Reyes se procedió a la entrega de las primeras pensiones vitalicias. Hicieron uso de la palabra el Alcalde D. Juan Antonio Alzola, D. Manuel Méndez, Presidente de los Exploradores y habitual interviniente en este tipo de celebraciones, y D. Eusebio Castellot que era el “delegado” de la asociación y que regentaba un acreditado establecimiento comercial en la plaza del Mercado, donde ahora existe una carnicería.
         En la Fonda del Comercio, al frente de la cual estaban los hermanos Fraile (que sin duda debían ser miembros de la asociación) se ofreció un “fraternal banquete” a todos los pensionistas e invitados. Hubo brindis improvisados por el señor Jarabo “que dedicó un bello canto a la mujer española” (no sabemos qué relación tenía el tema de su alocución con lo que se celebraba), así como por los señores Castellot y Orduña que, en este caso, alzaron sus copas deseando la prosperidad de Los Previsores del Porvenir.
Esta fotografía está tomada después del banquete en el patio exterior de la propia fonda, siendo los pensionista, las dos personas  que aparecen a la derecha de la bandera, vestidos con traje regional y rodeados por la Guardia Civil (probablemente como medida de seguridad ante la espléndida retribución que acababan de percibir).

“Por la noche hubo música en la plaza de la Constitución y la gente joven danzó de lo lindo, terminando tan simpática y agradable fiesta, de tan grato recuerdo para los borjanos”. Por nuestra parte, no teníamos conocimiento de este acontecimiento del que nos complace dar cuenta, tras el hallazgo casual de la crónica

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