Durante nuestra inolvidable estancia en Menorca, con ocasión del último congreso de Hispania Nostra, tuvimos la oportunidad de visitar la isla del Rey, donde la fundación que ha impulsado y preside el general D. Luis Alejaldre Sintes ha desarrollado una enorme labor de recuperación del hospital que allí existió y donde fueron atendidos los supervivientes del hundimiento del acorazado italiano Roma, en 1943.
Allí, han habilitado varias salas en
las que, bajo el nombre de “Memorial Acorazado Roma”, recuerdan la tragedia del
buque insignia de la Regia Marina y la atención dispensada a sus supervivientes
en ese hospital de Mahón.
El Roma era un acorazado
italiano de la clase Littorio que había sido botado el 9 de junio de
1940 en los astilleros Ansaldo de Génova. Con 240,70 metros de eslora y 32,90
de manga, tenía un desplazamiento, a plena carga, de 45.963 toneladas y podía
dar 31,5 nudos.
Tras la firma del armisticio italiano,
los aliados ordenaron que todos los buques que componían la flota fueran
conducidos a los puertos señalados. En cumplimiento de ello, el Roma
(donde izaba su insignia el almirante de la flota Carlo Bergamini), los
acorazados Vittorio Veneto e Italia, tres cruceros y ocho
destructores zarparon del puerto de La Spezia el 8 de septiembre de 1943.
Al día siguiente, cuando navegaban
cerca de la isla Asinara, al norte de Cerdeña, fueron interceptados por aviones
alemanes que portaban bombas filoguiadas Fritz X, un tipo de arma
desconocido hasta entonces y de las que se ofrece una reproducción en una de
las salas del memorial. Dos de ellas impactaron en el Roma que hizo
explosión, se partió en dos y se hundió rápidamente, arrastrando a los
almirantes Bergamini y del Cima (comandante del buque) junto con 86 oficiales y
cerca de 1.300 hombres. Era el primer buque de la historia que había resultado
hundido por un misil guiado.
Las fotografías de aquellos hombres,
muchos de ellos jovencísimos se muestran en una de las salas, con sus nombres,
pero no fueron los únicos fallecidos, dado que, entre los 600 que fueron
rescatados, había muchos con graves quemaduras.
Ante la imposibilidad de llevarlos a
otro lugar, los buques que los habían recogido decidieron poner proa a Mahón,
un puerto neutral, donde recibieron la atención necesaria en el hospital naval.
El C.N. D. Francisco Benito, comandante de la Base Naval y toda la población de
Mahón, se volcó con los náufragos.
Hubo algunos que llegaron muertos,
mientras que otros fallecieron en el hospital. Una placa recuerda los nombres
de estos 28 marinos italianos que tuvieron que ser enterrados en Mahón, aunque
cuatro cadáveres no pudieron ser identificados.
El sepelio de las primeras víctimas en el cementerio municipal de Mahón constituyó una gran manifestación de duelo, con asistencia de las dotaciones de los buques en los que habían llegado y todas las autoridades locales.
Actualmente, sus restos reposan en un
gran mausoleo, presidido por una Cruz, con los nombres de todos ellos y una
placa que hace mención al hundimiento del buque por bombas alemanas.
Fue mandado construir por la Marina Militar Italiana.
Realizado en mármol por el escultor Armando d’Abrusco, fue inaugurado el 29 de
septiembre de 1950.
Ante él se han tributado diversos
homenajes, como el efectuado por los guardiasmarinas y dotación del buque
escuela Amerigo Vespucci en una de sus visitas a la isla. También les
recuerdan cada año, las autoridades militares españolas, en el día en el que se
honra a nuestros difuntos.
El recuerdo de los supervivientes,
durante su estancia en Mahón, está asociado al cariño con los que allí los
acogieron y, de manera especial, su compatriota Fortunata Novella que, gracias
a su maternal entrega aquellos marineros la llamaron “Mamma Mahón”. Había
nacido en Carloforte, pero residía en Mahón, por haber contraído matrimonio en
esa localidad. En julio de 1953 recibió la "Estrella de Primera Clase de
la Solidaridad Italiana" de manos del Presidente de la República Luigi
Einaudi y en su localidad natal le fue tributado un cariñoso homenaje, pero
regresó a Mahón, donde siguió cuidando las tumbas de sus marineros, hasta su
fallecimiento el 26 de junio de 1969, cuando había cumplido los 89 años.
A Dª. Fortuna le dedicaron sus paisanos
una placa en la que la califican como madrina de los marinos italianos,
haciendo constar el deseo de que su espíritu pueda ser conservado siempre por
nuestros jóvenes.
De la dotación del Roma sólo ha sobrevivido hasta
nuestros días un marinero. Se trata de Gustavo Bellazzini, nacido en La Spezia,
el 29 de septiembre de 1921. Dentro de tres meses cumplirá los 102 años. Cuando
embarcó en el acorazado (fue uno de los primeros en hacerlo, tras su entrada en
servicio), estaba casado y con una hija, a pesar de que solo tenía 18 años y,
cuando el buque fue hundido, aún no había cumplido los 22. Ha estado en varias
ocasiones en Mahón y, por el momento, mantiene una excelente memoria.
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