En el cementerio civil de La Coruña fue inaugurado el 9 de noviembre de 1944 un mausoleo para reunir los restos de una serie de marinos y aviadores alemanes enterrados en otros cementerios del norte de España. En su frente, entre dos cruces gamadas, figuraba la inscripción “Hier Rugen Deustsche Soldaten” (Aquí yacen soldados alemanes). En total acogió a 12 aviadores (a los que dedicaremos otro artículo) y 12 marinos.
Todos ellos fueron trasladados más tarde al cementerio
militar alemán de Cuacos al que ya hemos hecho referencia hace unos días pero,
comoquiera, que entonces no comentamos la peripecia personal de quienes reposan
en tierras extremeñas, lo hacemos hoy, recordando a quienes combatieron y
murieron en circunstancias muy difíciles ya que, todos estos marinos, formaban
parte de submarinos que, en un primer momento de la guerra, ocasionaron cuantiosas
pérdidas a los aliados pero que, finalmente, sucumbieron ante los nuevos
sistemas desarrollados para paliar su superioridad.
Entre ellos se encontraban los que
habían encontrado la muerte en el hundimiento del U-966, un submarino
del tipo VIIC, el más habitual en la Marina alemana, que llegó a contar
con 593 unidades de este tipo. El U-966, había sido construido en el astillero
Blohm & Voss de Hamburgo y entró en servicio el 4 de marzo de 1943. Estaba
al mando del Alférez de Navío Eckehard Wolf, nacido el 11 de marzo de 1918, por
lo que acababa de cumplir 25 años. El resto de la dotación estaba integrada por
marineros muy jóvenes, de entre 19 y 21 años, para quienes su embarque constituía
su primera acción de guerra.
El submarino, apodado “Gut Holz” (Buena
madera) se hizo a la mar el 9 de septiembre y, tras diversas escalas, a
primeros de octubre puso proa al Atlántico Norte. Detectado por buques
británicos a la altura de las islas Feroe, fue atacado sin que sufriera daños
de consideración, salvo la pérdida de la radio, lo que posteriormente tuvo graves
consecuencias ya que, al no poder establecer contacto con él, el mando de la
Kriesgmarine lo dio por perdido. No obstante, había conseguido llegar hasta
cerca de las costas norteamericanas, pero las limitaciones impuestas por la
pérdida de la radio, impulsaron al comandante a regresar a la base y, en ese
empeño, fue sorprendido en las costas gallegas, el 10 de octubre de 1943, por
un avión británico y, más tarde, por dos norteamericanos, contra los que
combatió heroicamente haciendo uso de la ametralladora antiaérea, con la que
llegó a alcanzar a uno de ellos, a pesar
de lo cual, los graves daños sufridos por el submarino le hacían imposible
alcanzar la costa española que estaba ya casi a su alcance.
En vista de ello, el comandante ordenó el
abandono de buque y activar las cargas de profundidad para hundirlo, como así
se hizo. Los 39 supervientes fueron recogidos por pesqueros españoles que
faenaban en la zona y llevados a Viveiro. También fueron recogidos 8 cadáveres,
de los fallecidos a causa de los combates o ahogados en la evacuación. También
se recogieron los cadáveres de seis tripulantes de un Sunderland III checo
de la RAF que fue derribado por tres cazas alemanes.
Los marinos alemanes fallecidos eran
Ernst Pitz, Franz Wilhelm Kuhlmann, Fritz Nowacek, Karl Grauthe, Karl Wiegand,
Klemens Hipler, Franz Walter Mendorf y Walter Zitterbart que, como los
aviadores checos, fueron enterrados inicialmente en el cementerio de O Barqueiro
desde donde, posteriormente, fueron trasladados a La Coruña y, finalmente, a
Cuacos. Los aviadores terminaron el cementerio militar británico de Bilbao.
La historia de estos marinos alemanes se
dilató en el tiempo ya que fueron internados en la base de La Graña, donde permanecieron
hasta el final de la guerra. Pero, ante la falta de mandos cualificados, la
Marina alemana presionó para conseguir que algunos de ellos fueran repatriados,
lo que era contrario a las normas internacionales en vigor. No obstante, con la
complicidad de las autoridades españolas, lo lograron en varios casos, entre
ellos el del comandante del submarino, valiéndose para ello de una añagaza. Fingieron
que había contraído una enfermedad pulmonar, por lo que fue trasladado a Madrid,
donde a pesar del tratamiento recibido falleció. Era falso, pues con una identidad
falsa voló a Alemania en un vuelo regular, asumiendo el mando de una compañía
de Infantería de Marina. Sobrevivió a la guerra y todos los años volvió a O
Barqueiro para pasar sus vacaciones, con su familia y allí uno de sus hijos
contrajo matrimonio con una vecina de la localidad. Cuando murió, en 1978, sus
cenizas fueron arrojadas al mar en el lugar donde había hundido su submarino,
como había sido su deseo.
Otro de los enterrados en La Coruña, y ahora en Cuacos, es el del Teniente de Navío Hans Faber, que según consta en su tumba había nacido el 22 de mayor de 1922, por lo que acababa de cumplir 22 años cuando, el 8 de junio de 1944, su submarino fue hundido al norte de cabo Ortegal, a consecuencia del ataque de un Sunderland británico del 201º Escuadrón de la RAF. En las fuentes consultadas se menciona que el submarino era el U-955, lo que resulta extraño, dado que ese es el distintivo del submarino existente en la base de Kiel, como monumento a los caídos, y que hemos tenido la oportunidad de visitar.
Otro de los
que recibieron sepultura en La Coruña fue Wilhelm Arndt, miembro de la dotación
del U-760 que, el 8 de septiembre de 1943, fue atacado en las proximidades
del cabo Finisterre, sufriendo daños que obligaron a su comandante a internarse
en Vigo, desde donde el submarino fue llevado a Ferrol, donde el buque terminó
siendo parcialmente desguazado y posteriormente hundido en un ejercicio de tiro
por los aliados. Wilhelm Arndt era Cabo 1º de
Máquinas y falleció el 3 de febrero de 1945, durante su permanencia en Ferrol,
a consecuencia de una enfermedad. Según los datos que figuran en su sepultura
de Cuacos, había nacido el 2 de febrero de 1922. Iba a cumplir 23 años.
A la dotación del U-447
pertenecía Lothar Kloos, el único cuerpo recuperado de los 48 hombres que la
componían, tras ser hundido en el Atlántico Norte por 2 aviones Hudson
del 233º Escuadrón de la RAF el 7 de mayo de 1943. Había nacido el 23 de enero
de 1923. Tenía por lo tanto 20 años en el momento de su fallecimiento.
Finalmente, el último marino que estuvo enterrado en La Coruña (y ahora en Cuacos) es el sargento Willi Stegner, de la dotación del U-454, hundido en el golfo de Vizcaya, el 1 de agosto de 1943, por un aparato Sunderland del 10º Escuadrón de la RAF (que por cierto se estrelló). Hubo 14 supervivientes y fallecieron 32 hombres de su dotación, pero sólo se pudo recuperar el cadáver de Stegner. Según los datos que figuran en su tumba de Cuacos había nacido el 5 de julio de 1921, por lo que tenía 21 años en el momento de su muerte.
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