Entre los documentos que últimamente hemos localizado en el
Archivo de la Corona de Aragón figura esta petición de Juan Garcés, de la
ciudad de Borja, datada en 1656, en la solicita ser nombrado protoalbéitar del
reino de Aragón.
Ello nos permite recordar el significado de ese cargo y
destacar que hubiera en nuestra ciudad una persona que se consideraba con
méritos suficientes para alcanzarlo.
Los albéitares fueron el precedente de los actuales
veterinarios, aunque en Aragón se utilizó con frecuencia la denominación de “mariscales”.
Se encargaban, lógicamente del tratamiento de las enfermedades de los animales.
Para garantizar que los que prestaban su servicio en las
diferentes localidades tuvieran la necesaria competencia se creó en Castilla el
cargo de protoalbéitar, encargado de examinarlos, el cual recaía en el albéitar
mayor de las Reales Caballerizas.
En el siglo XVI se crearon tribunales similares en Navarra,
Cataluña, Aragón y Valencia con un protoalbéitar al frente de ellos. La plaza
correspondiente al de Aragón es a la que optaba el albéitar borjano.
Tras superar el examen, los albéitares recibían una cartilla
y el título que se expedía a nombre del monarca, el cual les habilitaba para
ejercer la profesión.
No sabemos si Juan Garcés logró su propósito. En 1696, desempeñaba
la plaza Juan Orencio Lafita pero ello no quiere decir que fuera el designado
para ocuparla cuarenta años antes, un período de tiempo demasiado dilatado.
Por debajo de los albéitares estaban los herradores que eran
quienes se encargaban de preparar y colocar las herraduras, aunque en muchas
ocasiones ayudaban a los primeros en el ejercicio de su profesión. Desde época
medieval estuvieron organizados en gremios.
Preparando una herradura se suele representar a San Eloy
que, curiosamente, es ahora el Patrón de plateros y herreros, mientras que los
veterinarios tienen como Patrón a San Francisco de Asís, cuyo cariño hacia los
animales era evidente.
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