El Dr. D. Antonio
Gil Albarracín es un destacado investigador con el que hemos coincidido
habitualmente en los congresos de franciscanismo y buen conocedor de nuestra
ciudad que ha visitado en varias ocasiones, acompañado por su esposa Dª.
Griselda Bonet Girabet, editora de sus obras.
Entre sus múltiples saberes e inquietudes, desde hace algún
tiempo está investigando sobre una cuestión apenas abordada, el de las Patentes
de Sanidad emitidas por las ciudades mediterráneas en el siglo XVIII, lo cual
adquiere especial relevancia en estos momentos, tanto por estar padeciendo una
epidemia parecida a las que hicieron necesario su empleo, como por la belleza
de estos impresos, de los que ya hemos ofrecido algunas muestras.
Ahora, acaba de dar a conocer esta patente de la ciudad de
Siracusa (Sicilia) que lleva fecha de 5 de noviembre de 1724.
En la parte inferior aparece una vista de la ciudad y su
puerto, todavía con todas las fortificaciones que la rodeaban, parte de las
cuales fueron demolidas tras la reunificación italiana. Como es habitual, en la
parte superior figuran los Santos protectores, presididos por la Inmaculada
Concepción, flanqueada por Santa Lucía, la mártir siracusana que lleva en sus
manos la bandeja con los ojos que son uno de sus atributos personales, y San
Martín con la mitra y el báculo propios de su condición de obispo. En los
extremos dos de los principales protectores contra la peste: San Roque y San
Sebastián.
Entre ambas escenas campean los símbolos heráldicos de la
ciudad (un águila explayada) y el de Felipe V, dado que en aquellos momentos la
ciudad pertenecía a la Corona española; la perdería tras el tratado de Utrech
que puso fin a la Guerra de Sucesión. Cuando fue emitida la patente ya no era
española, pero debieron seguir utilizándose las impresas con anterioridad hasta
que se agotaron.
Debemos recordar que Siracusa es una hermosa ciudad,
declarada Patrimonio de la Humanidad, que cuenta con una dilatada historia en
la que destaca su condición de capital de la isla. Perteneció a la Corona de
Aragón, a través de la cual pasó a la española. Durante aquella época llevó el
nombre de “Zaragoza de Sicilia”, algo que muchos ignoran.
Para quienes deseen leer el artículo completo del Prof. Gil
Albarracín, pueden hacerlo a través de este enlace.
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