Estos
días en los que el control de los viajeros que llegan a España está rodeado de
polémica, debido a la ineficacia de las medidas adoptadas, resulta llamativo
que las adoptadas en el pasado fueran mucho mejores.
El
mejor ejemplo de ello lo constituye una Patente de Sanidad, dada a conocer por
el Dr. D. Antonio Gil Albarracín. Fue expedida en 1771, en la ciudad de Ispica
(Italia) y en ella se incluye una relación nominal de todos los miembros de la
dotación y pasajeros que viajaban a bordo del buque para el que fue expedida,
declarando que están libres de contagio. A la vista de ello, parece razonable
que los viajeros que, ahora, se desplazan de uno a otro país, llevaran un
certificado que acreditara que se habían efectuado las pruebas de detección
correspondientes, con resultado negativo.
La
actual Ispica es una localidad situada al sur de la isla de Sicilia que, en la
antigüedad, se llamó Hyspicaefundus y, en el siglo XVIII, era
denominada Spaccaforno, nombre que aparece en la patente.
Aunque el casco urbano está alejado del
mar, el término municipal cuenta con diez kilómetros de costa, con un
importante centro turístico y un puerto deportivo.
La
patente lleva en su parte superior representaciones de la Inmaculada
Concepción, en el centro, y a su lado San Bartolomé, fácilmente identificable
por el cuchillo y la piel que lleva en sus manos, y Santa Rosalía de Palermo
que es considerada especialmente protectora contra la peste y otras
enfermedades infectocontagiosas, por una curiosa razón que merece un comentario
aparte.
Bajo
la Inmaculada, están grabadas las armas de la familia Statella, señores de la
población. El Prof. Gil Albarracín, señala acertadamente que las del primer
cuartel son las propias de la familia: dos torres y dos alabardas, mientras que
afirma no poder identificar las de los otros tres cuarteles.
Ello
ha despertado nuestro interés y, tras una búsqueda algo complicada, las hemos
encontrado en la basílica de Santa María Maggiore de Ispica. Se trata del
“escudo grande” utilizado por Francesco María Statella Gaetani, señor de la
ciudad en esos momentos, que por cierto murió en Madrid, en la corte de Carlos
III.
Según
una descripción, las armas del segundo cuartel corresponden a las de su esposa
(lo que no tenemos claro), mientras que las del tercero son las de los
Becadelli de Bolonia (su abuela materna), aunque prescindiendo de las de
Aragón-Sicilia que habían llevado en el cuartel superior, dejando únicamente
las tres garras de águila del inferior; y las del cuarto las de los Gaetani (su
abuelo materno).
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