jueves, 8 de julio de 2021

El tenis en un cuadro de Giambattista Tiepolo

 

         A finales de este mes, la UNESCO decidirá sobre la posible inclusión del Paseo del Prado de Madrid en la Lista Representativa del Patrimonio Mundial. Aunque la candidatura presentada por España del Eje Prado-Retiro ha encontrado algunas objeciones por la supuesta falta de conexión entre ambos espacios, no cabe duda de que el citado paseo reúne elementos suficientes para alcanzar ese objetivo.



         Allí se encuentran monumentos tan emblemáticos como el Museo del Prado, el Jardín Botánico o el Museo Nacional Thyssen Bonermisza. Pero, también, el Museo Naval o el Caixa Forum y muy cerca el Museo Reina Sofía, lo que unido a edificios emblemáticos o monumentos tan significativos como la fuente de Neptuno o la de Cibeles convierten el recorrido por ese escaso kilómetro madrileño.



         Durante nuestra reciente estancia en Madrid, volvimos a visitar el Thyssen un museo cuyas colecciones, muy diferentes a las de otros museos cercanos, constituyen su mejor complemento, tanto por lo que aportan a determinados períodos poco representados en Madrid, como por el hecho de ser una de las mejores colecciones privadas de Europa.


         Entre los atractivos especiales que ofrecía en esta ocasión se encontraba la exhibición del “Joven caballero en un paisaje” un magnífico retrato de Vittore Carpaccio que acaba de ser restaurado, y una exposición temporal que no pudimos ver por la gran cantidad de público que esperaba hacerlo en sus últimos días.


         Pero el recorrido por sus salas, ahora reacondicionadas con motivo del centenario del barón Thyssen, siempre depara sorpresas y redescubrimientos. En otras ocasiones nos habíamos detenido en las representaciones de buques que, por sí solas, merecen una monografía.

         En esta ocasión quisimos detenernos ante esa magnífica obra que es “La muerte de Jacinto”, de Giambattista Tiepolo, que no habíamos vuelto a ver desde que fuera restaurada en 2017. Este gran pintor veneciano que había sido traído a España por Carlos III para decorar los techos del Palacio Real, trabajó anteriormente en Würzburg, etapa a la que pertenece este lienzo que le fue encargado por el conde Wilhelm Friedich Schaumburg-Lippe hacia 1752.


         Pero el recorrido por sus salas, ahora reacondicionadas con motivo del centenario del barón Thyssen, siempre depara sorpresas y redescubrimientos. En otras ocasiones nos habíamos detenido en las representaciones de buques que, por sí solas, merecen una monografía.

         En esta ocasión quisimos detenernos ante esa magnífica obra que es “La muerte de Jacinto”, de Giambattista Tiepolo, que no habíamos vuelto a ver desde que fuera restaurada en 2017. Este gran pintor veneciano que había sido traído a España por Carlos III para decorar los techos del Palacio Real, trabajó anteriormente en Würzburg, etapa a la que pertenece este lienzo que le fue encargado por el conde Wilhelm Friedich Schaumburg-Lippe hacia 1752.


         Como muchos saben, Jacinto era un príncipe espartano de extraordinaria belleza del que se habían enamorado hombres y dioses. Fue Apolo el que finalmente lo conquistó y fue el causante de su muerte ya que, mientras jugaban lanzando el disco, impactó en la cabeza del joven ocasionándole la muerte, ante la desolación del dios que, como homenaje, hizo que las flores que llevan su nombre quedaran moteadas con su sangre.


         El cuadro representa el momento en el que Apolo llora la muerte de su amante, mientras contempla la escena el padre del muchacho, el rey Amiclas. Junto a ellos, otros muchos elementos simbólicos como la estatua del dios Pan, el guacamayo o el “amorcillo” situado tras la cabeza de Jacinto.

         La historia de Jacinto aparece en las Metamorfosis de Ovidio, donde la muerte es provocada por el impacto accidental del disco lanzado por Apolo. ¿Cuál es por lo tanto la causa de esa sustitución del disco por una pelota de tenis?

         Quienes se han ocupado del tema sugieren que ello fue debido al influjo que tuvo en muchos artistas la traducción de las Metamorfosis realizada por Giovanni Andrea dell'Anguillara (1517-1570), una versión extremadamente libre en la que la muerte de Jacinto se enmarca en un partido de tenis que describe minuciosamente.


         De hecho, conocemos otro lienzo en el que ambos amantes aparecen también con raquetas de tenis. Es esta obra que, durante mucho tiempo, fue atribuida a Caravaggio y que, actualmente, se considera que fue realizada por su discípulo conocido como el “Cecco da Caravaggio”.

         Lo que es indudable es que, en el siglo XVI, el tenis ya era un deporte popular entre una determinada clase social y Caravaggio lo practicaba asiduamente, hasta el punto de que su condena a muerte fue provocada por la discusión que se suscitó con su contrincante en uno de esos encuentros. Sin intención de matarlo, según adujo, le cortó con la espada el pene, provocándole una brutal hemorragia a consecuencia de la cual falleció, teniendo que huir el pintor para eludir la condena.

         El cuadro de Tiepolo fue realizado dos siglos después y de nuevo resurge el tenis, representado por la raqueta, las pelotas y hasta la red que aparece caída entre los dos grupos. Al parecer el comitente era también aficionado a ese deporte, como lo había sido su abuelo, que había muerto por agotamiento practicándolo. Además, el conde Wilhelm Friedich Schaumburg-Lippe encargó el cuadro para recordar a un joven músico (para algunos de origen español) que había sido su amante y con el que es posible que jugara al tenis.

         Con todos esos antecedentes no es de extrañar que la obra sea considerada un icono gay y que el museo eligiera para presentar la restauración la fecha de celebración del Día del Orgullo en 2017.

 









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