Una
reciente sentencia del Tribunal Supremo ha obligado a reponer en el Salón de
Plenos del Ayuntamiento de Barcelona la efigie del monarca reinante que había
sido mandada retirar por la Alcaldesa hace algunos años.
Es práctica habitual en todos los países del mundo que los retratos de los Jefes de Estado, sean reyes o presidentes, presidan todos los organismos públicos e, incluso, los privados en muchos lugares. A nadie se le ocurre eludir esa norma que encuentra su fundamento en disposiciones del más alto rango legal y mucho menos retirar lo que se considera un símbolo constitucional, al igual que la bandera.
Para
la representación del Rey se puede optar por un retrato del mismo, en muchas
ocasiones una fotografía distribuida por Patrimonio Nacional, un lienzo, como
ocurre por ejemplo en Borja o un busto. Ese el caso del Ayuntamiento de
Zaragoza, cuyo Salón de Plenos tiene, en su cabecera, una hornacina en la que
se situó el busto del rey Juan Carlos I y, en la actualidad, el de Felipe VI.
El
de D. Juan Carlos fue encargado al escultor Ángel Bayod Usón que lo entregó el
1 de abril de 1977. En la ficha correspondiente del patrimonio artístico del
Ayuntamiento de Zaragoza se indica que tiene 61 cm de altura por 50 de anchura
y 39 de largo. Realizado en bronce fundido a la cera perdida y patinado, su
precio fue de 175.000 pesetas (algo más de 1.000 Euros).
Tras
la proclamación de Felipe VI, el Ayuntamiento de la capital aragonesa que, en
aquellos momentos, presidía D. Juan Alberto Belloch encargó su busto al escultor Fernando García
Grúas, siendo su coste el de 2.632 Euros. En la imagen se ve al Alcalde, junto
a D. Antonio Mostalac, Jefe del Patrimonio Cultural del Ayuntamiento, visitando
el taller del escultor. Al lado del busto en arcilla de D. Felipe vemos otro en
escayola que nos parece un vaciado del de D. Juan Carlos.
No
es, desde luego, el boceto original también realizado en escayola y con las
mismas dimensiones, realizado como preparación de su trabajo por Ángel Bayod, donado
al Centro de Estudios Borjanos por su hija Dª. Teresa Bayod Monterde, que va a
ser una de las piezas expuestas en ese espacio museístico que estamos creando.
Va a ser preciso restaurarlo, dado que la pintura que recubre la escayola ha
sufrido ligeros desperfectos.
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