martes, 26 de julio de 2022

Primera escena de la recreación

 

         Frente al arco de San Francisco por el que hacían entrada los personajes ilustres que visitaban Borja, todo estaba dispuesto para recibir a los Reyes Católicos. El relator de la recreación explicó las circunstancias que rodearon aquella visita efectuada a nuestra ciudad en 1492, para presidir la primera junta de la Santa Hermandad, ofreciendo detalles de los integrantes de la comitiva real.



         Allí esperaban a los monarcas los miembros del consejo junto con unos niños que portaba ramos de flores. A ambos lados de la calzada se encontraban las distintas agrupaciones y el numeroso público que asistía a la representación.



         Al llegar los Reyes, el Justicia se adelantó a cumplimentarlos, besando las manos de los soberanos que se habían acercado andando desde el lugar en el que dejaron sus caballos.




         El Justicia hizo entrega al rey Fernando de su bastón, gesto que agradeció el monarca, al igual que la reina Isabel, manifestando ambos su satisfacción por poder visitar una ciudad tan querida para ellos.




         Entre las salvas de la cofradía de San Sebastián y el repicar de las campanas de la iglesia de Santa Clara, las niñas y niños que representaban a todos los de la ciudad hicieron entrega a los miembros de la familia real de las flores que portaban.



         Al término de la recepción, el cortejo se puso en marcha en dirección a la plaza del Olmo, donde iba a tener lugar la segunda escena de la recreación. A la puerta del que fuera palacio de los Lázaro pudimos fotografiar a D. Pedro Lázaro y su esposa a los que los Reyes recibieron después.






         Muy contentos vimos a los maceros que acompañaban a los Reyes, gratamente sorprendidos por el gran recibimiento que les era tributado por unas calles adornadas con tapices, reposteros y gallardetes.




         Muy contentos vimos a los maceros que acompañaban a los Reyes, gratamente sorprendidos por el gran recibimiento que les era tributado por unas calles adornadas con tapices, reposteros y gallardetes.



         Mas serios y contenidos iban los miembros de la guardia real, atentos a controlar el entusiasmo desbordado que se observaba al paso de la comitiva.










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