sábado, 30 de julio de 2022

Hallazgos en el Centro

 

         Como sucede en los museos con sus fondos (muchas veces inéditos), nos ocurre en el Centro en donde la acumulación de materiales que hemos ido reuniendo en nuestros 55 años de historia (a pesar de la falta de espacio), permite efectuar pequeños “descubrimientos”.

         Esta semana Nuria Dobos que está catalogando una serie de antiguos libros, para su incorporación definitiva a la biblioteca, ha encontrado entre sus hojas pequeños, pero interesantes documentos. Entre ellos este billete de la Real Lotería Moderna, correspondiente a la “cuarta parte” del número que se refleja en el sorteo de 10 de febrero de 1825.


         Hace cuatro años dimos cuenta del hallazgo entre los fondos del archivo de la familia Zapata (que acabábamos de recibir) de varios billetes de la primera lotería española, conocida como “Lotería por números” que, posteriormente, pasó a denominarse “Lotería Primitiva”. Decíamos entonces que fue en 1812, poco antes de ser promulgada la primera Constitución Española, cuando se creó la que se llamó “Lotería Moderna”, la actual Lotería Nacional que, hasta 1869, coexistió con la Primitiva, siendo suprimida ésta por los problemas que entrañaba, sobre todo para el control de las cantidades apostadas, dado que un elevado número de apuestas sobre un mismo número o en cantidad muy elevada, podía resultar ruinoso para el Estado en caso de acierto. Finalmente, en 1985 volvió a ser reintroducida con éxito, aunque con mayor número de combinaciones.



         Otro de los “hallazgos” es este grabadito de 10 x 7 cm, iluminado a mano, con la imagen de Santa Teresa escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, sobre una mesa en la que aparece un rótulo que dice; “Nada te turbe, nada te espante, todo pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza”, un fragmento de un conocido poema de la Santa de Ávila.

         Nuestro pequeño grabado es un tosco remedo de otro de mayor calidad que hemos encontrado y reproducimos, aunque no hemos llegado a saber su autor ni la fecha de impresión.


         Como curiosidad, damos cuenta también de esta octavilla con una oración a la Virgen María para pedir la “conversión de los griegos cismáticos” o lo que es lo mismo de los miembros de la Iglesia Ortodoxa, separados de la Católica desde el llamado “Cisma de Oriente”.

         Es interesante conocer el origen de esta iniciativa. Fue hacia 1854 cuando el cardenal Jacques-Marie Antoine Célestin Dupont, arzobispo de Bourges, que, poco antes, había puesto en marcha una Santa Unión con el fin de implorar la ayuda del cielo para que se alcanzar la definición dogmática de la Inmaculada Concepción, quien decidió poner bajo su intercesión la conversión de los griegos, por medio de una oración a la Virgen, seguida del rezo de Siete Avemarías.

         Esta práctica que contó con la aprobación de Pio IX se difundió por todo el mundo. Nuestra octavilla fue impresa en Barcelona en la imprenta de los herederos de la viuda Pla que estuvo en la calle Cotoners hasta que, en 1854, se trasladó al nº 8 de la calle Princesa. En ella se indica que se había repartido “con suma profusión en Roma, Estados de Italia y otras naciones extranjeras”. En España, hemos encontrado otra octavilla muy similar, editada en 1855 en la imprenta de Pablo Roca de Manresa.





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