viernes, 21 de abril de 2023

Rogativas en Mallén

         La alarmante sequía que venimos padeciendo ha hecho que, en algunas localidades, hayan vuelto a celebrarse las rogativas a las que, en el pasado, se recurría en ocasiones similares y, desde la propia Iglesia, se piden oraciones para hacer frente al problema. Ya dimos cuenta de la circular distribuida, en este sentido, por la Adoración Nocturna y, ahora, es el propio obispo quien, desde Iglesia en Tarazona, nos anima a rezar para que llegue la lluvia.


         Suele ser habitual el achacar la crisis al llamado “cambio climático” o “calentamiento global”, como si se tratara de algo de instauración reciente. Según algunos, antes llovía y ahora no; la causa el “calentamiento”. Pero la cosa no es tan sencilla. Los períodos de sequía han existidos siempre, especialmente desde que, a mediados del siglo XVII comenzó a remitir aquella “pequeña glaciación” que nos había afectado desde finales del XIV. La temperatura comenzó a subir y hubo sequías. Su aparición puede seguirse a través de los registros que nos han quedado de las rogativas que se organizaban para pedir que lloviera.

 

         Guillermo Carranza las ha estudiado en Mallén y, aunque los datos aparecerán en el tercer volumen del inventario del Patrimonio Hidráulico en el valle del Huecha, que acaba de terminar, nos ha adelantado algunos.

         Cuando la falta de agua hacía peligrar las cosechas, se recurría a los Santos Patrones de cada localidad. En el caso de Mallén, se sacaba en rogativa al Santo Cristo atado a la Columna que se creyó, durante mucho tiempo, de origen milagroso. Fue el propio Guillermo Carranza quien documentó que su autor fue el escultor navarro Juan de Biniés, afincado en Tudela, a quien le encargó la talla la cofradía de la Sangre de Cristo, fundada en 1614.

         Precisamente, son las actas de esa cofradía las que reflejan la salida procesional de la imagen, en rogativa. Generalmente tenían lugar durante los meses de abril y mayo, aunque en ocasiones también se celebraban a finales de año, cuando peligraban los cereales de invierno.

         Ha podido documentar la celebración de rogativas en 1615, 1616, 1625, 1640, 1650, 1651, 1661, 1677, 1680, 1682, 1715, 1722, 1730, 1734, 1737, 1738, 1748, 1765, 1767, 1771, 1775 y 1780, en los siglos XVII y XVIII. En muchos casos, la situación era muy alarmante, lo que da idea de la magnitud de un problema persistente de falta de agua.

 

         Las rogativas se iniciaban en la parroquia con una novena, al término de la cual la imagen de Cristo era llevada, bajo palio y a hombros de seis frailes franciscanos, hasta el convento de Ntra. Sra. de Torrellas, situado a las afueras de la localidad (hoy desaparecido). Allí tenía lugar “un acto de iglesia” y un “sermón de rogativa dedicado al Santísimo Cristo de la Columna, implorándole una copiosa lluvia”.

         La iglesia conventual solía estar abarrotada de fieles, pues a la rogativa, eran invitados también los habitantes de las localidades cercanas y se tiene constancia de que acudían de Buñuel, Cortes de Navarra, Novillas, Gallur, Fréscano. Agón y Bisimbre.

 

         Aunque el convento franciscano que había sido el destino final de las rogativas durante mucho tiempo, desapareció tras la Desamortización, siguió habiendo rogativa durante el siglo XIX. Guillermo las ha documentado en 1850, 1861, 1868, 1869, 1874, 1877 y 1893, aunque hubo más, dado que faltan las actas de la primera mitad del siglo.

         La novedad más interesante es que, en alguna de ellas, la imagen que se sacó en procesión fue la Virgen del Puy (1861) o la de Santa Bárbara (1869), Patrona de la Villa. En esta última ocasión, hacía meses que no llovía y en la convocatoria se hace alusión “a la dilatada sequía que se experimenta”.

         En el siglo XX, la fe en la Divina Providencia y en los Santos intercesores decayó y, al parecer, las rogativas ya no fueron tan abundantes. En ello influyó decisivamente la construcción del canal de Lodosa, al no tener que depender de la lluvia o del agua de las fuentes (que se secaban) para salvar los cultivos. Con razón se pudo decir que “un canal” hace flaquear la Fe. 


 

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