martes, 11 de abril de 2023

Completando la colección de obras de García Bacca CL

 

         Superados los intensos días de la Semana Santa, volvemos paulatinamente a la normalidad y, con ella, a la reseña de nuevas obras que se han incorporado a nuestros fondos. Entre ellas un ejemplar de Cuadernos Americanos que lleva en su portada el número 4.

         Esta revista, fundada en México por Alfonso Reyes, en 1942, hacía uso de una numeración que puede inducir a error, dado que cada año renumeraba sus ejemplares y, además, no mencionaba el año en la portada (sí en el lomo), de manera que el volumen 4 que acabamos de recibir corresponde a los meses de julio-agosto de 1961, siendo el volumen 117 publicado en los 20 años que, en aquellos momentos, tenía la revista.


         El objetivo primordial de esta publicación fue el de reunir la labor intelectual y literaria de los diferentes escritores de América. En ella colaboró con frecuencia Juan David García Bacca y, por ese motivo, hemos puestos especial empeño en conseguir todos los números en los que aparecieron sus artículos.

         En esta ocasión, llevaba por título “Sobre Metafísica y otras cosas frágiles” donde, como era habitual en él, aborda cuestiones complejas con ese estilo tan característico de su pensamiento, no exento de un tono de humor, recurriendo a citas sutiles, como la que inserta al inicio de su trabajo.

         Pero la cita de Fechner, parodiando la posibilidad de que su Psicofísica llegara a destruirse por la imposibilidad de que pudieran ponerse de acuerdo los interesados en ello, algo similar a la imagen inacabada de la legendaria torre de Babel, truncada por los desacuerdos surgidos entre sus constructores (hablaban lenguas distintas), no es la única pertinente para la cuestión que trata, pues no meno ingeniosa es la Tennyson, al afirmar que sólo puede ser demostrado lo que no vale la pena de demostrar.

         Frágil es para García Bacca la Metafísica que, como ciertos vinos, debe quedar “fuera de concurso” de demostración y refutación, sugiriendo incluso trocar su nombre por otro sin vocales, como en el caso del nombre de Dios en el Antiguo Testamento, que lo convirtió en impronunciable.

         Termina el artículo con otras alusiones a supuestas ciencias, ahora tan en boga, como magia, espiritismo o astrología, para las que el mencionarlas ya supone una indiscreción, por lo que lo mejor es poner “un dedo en boca” y responder con una frase, que dice mexicana: “Pues ¿quién sabe?” que, en cierto modo, nos recuerda una de las acepciones en el uso de una conocida expresión musulmana: “Insha'Allah”.



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