lunes, 10 de abril de 2023

Reportaje sobre el Entierro de Cristo

         Había expectación por conocer el resultado final del esfuerzo realizado para que el Entierro de Cristo saliera a la calle, con todos sus elementos, venciendo las dificultades derivadas de la imposibilidad de utilizar el espacio habitual para su organización: el claustro de Santa María.


         Pero el Museo de la Colegiata y la plaza de Santa María cumplieron a la perfección esa función, aunque contando con la ventaja del buen tiempo reinante. Allí se colocaron los pasos y se vistieron los participantes. De manera excepcional hubo que suplir alguna ausencia, pero no faltaron personas que asumieran las distintas tareas de una gran procesión como ésta, lo que no ocurre en todas partes.


         Y, a la hora fijada, partió el cortejo que encabezaban los heraldos y esa bandera negra que porta la cofradía de San Bartolomé. Como muestra la imagen, había mucho público presenciando la salida.

 


         Seguía a continuación la cofradía de San Juan Evangelista, portando el paso de su titular que, originalmente, formaba parte del “Duelo del Señor”, siendo reubicado para facilitar la actuación de su numerosa banda de cornetas y tambores.

 


         Vienen después los pequeños nazarenos que portan las “Insignias de la Pasión”, las “Arma Christi” que son todos esos elementos relacionados con la Pasión, algo que, en el futuro habrá que reorganizar, dado que, por no tener una idea clara de su significado e importancia, han ido quedando abandonados y ya no desfilan todos. En esta ocasión, vimos un clavo con el que sujetaron al Señor en la Cruz, el látigo con el que le azotaron, la escalera con la que bajaron su Cuerpo y poco más.

 



         El que sí estaba en su plenitud era el Paso de la Muerte, con su guadaña y los símbolos de su poder a los pies. No deja de ser protagonista de la ceremonia, a la que los alabarderos rinden honores al salir, en posición de firmes y con un toque de atención.

 

         Relacionadas con la Muerte que constituye el hilo conductor de la primera parte del Entierro de Cristo, se puede ver una calavera real y un plato (en este caso copa) con cenizas, recordando a todos el final que, inexorablemente, nos espera.

 


         Lo que viene a continuación son la manifestación del sentido universal del Misterio de la Redención, representado por los estandartes de las Doce Tribus de Israel que porta la cofradía del Carmen, los cuales se complementan con los cuatro de las “Partes del Mundo” a los que luego nos referiremos.

 

         De reciente introducción, aunque ya han cobrado carta de naturaleza en el cortejo son estas dos figuras femeninas. Una de ellas, con su cántaro, hace alusión a la Samaritana, mientras que la otra representa a María Magdalena. Comoquiera que no formaron parte del programa iconográfico de toda la ceremonia, su ubicación es un tanto anómala.

 

         Lo que sí gozaba de larga tradición era la presencia de “La Paz y la Justicia”, llevando la primera una palma y la segunda una espada, mientras sostienen una cartela con un versículo del salmo 85 (84) en latín, que traducido dice “La Justicia y la Paz de besan”. El que figuren en este lugar es debido a otra parte del mismo salmo en la que, en referencia al Señor, dice “La Justicia marchará ante él y sus pasos señalarán el camino”.

 


         Y, efectivamente, tras la Cruz Parroquial, que recuerda aquellos tiempos en los que, en la procesión participaba todo el numeroso clero de la ciudad, regular y secular, y entre los estandartes de las cuatro partes del mundo: África, Asia, América y Europa (Oceanía no era aún conocida), desfila el arca que contiene la imagen yacente de Cristo.

 



A esa preciosa imagen articulada, fue creada para protagonizar la desaparecida ceremonia del Descendimiento, rinden los máximos honores la Unidad de Alabarderos, con arma presentada, escoltándola después a lo largo de todo el trayecto.

 



         Como ya hemos comentado en un artículo anterior esta imagen de Cristo y la de la Virgen de la Peana son las únicas de Borja que tienen el privilegio de desfilar bajo palio. En el caso que nos ocupa, por razones de espacio, el palio marcha detrás, aunque la cubrirá en el momento de su sellado en la plaza de España. El encargado de ese cometido será el Centurión, auxiliado por los “angelicos”, uno de los cuales porta el martillo y los sellos que se colocarán sobre el tape del arca.

 



         La procesión fue presidida por el Párroco de Borja D. José María Sánchez Becerril que marchaba detrás de la caja, seguido del tape de la misma y, a continuación, por la representación del velo del templo que porta la cofradía de San Bartolomé, el cual se rasga en el momento de colocar el primer sello en el arca.

 



         Como en todo cortejo fúnebre, acompañan al cadáver sus más allegados. En este caso, precedidos por una bandera que indica “El Duelo del Señor” (la foto no es de este año), desfilan el Paso de la Verónica que lleva la cofradía de San Sebastián con su Agrupación de Cornetas, Tambores y Bombos.

 



         Con ella marchaban el Paso de María Magdalena que lleva la cofradía de San Lucía, y el de su Madre, la Virgen Dolorosa, a la que dedicamos un comentario especial.

 




         Con ella marchaban el Paso de María Magdalena que lleva la cofradía de San Lucía, y el de su Madre, la Virgen Dolorosa, a la que dedicamos un comentario especial.




         El destino del cortejo fue la plaza de España donde, sobre el tablado allí dispuesto, se procedió al sellado del arca, antes de iniciar el regreso a la colegiata, donde tuvo lugar el acto final del Entierro de Cristo, del que dimos cuenta ayer.


 

 

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