Había expectación por conocer el resultado final del esfuerzo realizado para que el Entierro de Cristo saliera a la calle, con todos sus elementos, venciendo las dificultades derivadas de la imposibilidad de utilizar el espacio habitual para su organización: el claustro de Santa María.
Pero el Museo de la Colegiata y la
plaza de Santa María cumplieron a la perfección esa función, aunque contando
con la ventaja del buen tiempo reinante. Allí se colocaron los pasos y se vistieron
los participantes. De manera excepcional hubo que suplir alguna ausencia, pero
no faltaron personas que asumieran las distintas tareas de una gran procesión
como ésta, lo que no ocurre en todas partes.
Y, a la hora fijada, partió el cortejo
que encabezaban los heraldos y esa bandera negra que porta la cofradía de San
Bartolomé. Como muestra la imagen, había mucho público presenciando la salida.
Seguía a continuación la cofradía de
San Juan Evangelista, portando el paso de su titular que, originalmente,
formaba parte del “Duelo del Señor”, siendo reubicado para facilitar la actuación
de su numerosa banda de cornetas y tambores.
Vienen después los pequeños nazarenos que portan las “Insignias de la Pasión”, las “Arma Christi” que son todos esos elementos relacionados con la Pasión, algo que, en el futuro habrá que reorganizar, dado que, por no tener una idea clara de su significado e importancia, han ido quedando abandonados y ya no desfilan todos. En esta ocasión, vimos un clavo con el que sujetaron al Señor en la Cruz, el látigo con el que le azotaron, la escalera con la que bajaron su Cuerpo y poco más.
El que sí estaba en su plenitud era el
Paso de la Muerte, con su guadaña y los símbolos de su poder a los pies. No
deja de ser protagonista de la ceremonia, a la que los alabarderos rinden
honores al salir, en posición de firmes y con un toque de atención.
Relacionadas con la Muerte que
constituye el hilo conductor de la primera parte del Entierro de Cristo, se puede
ver una calavera real y un plato (en este caso copa) con cenizas, recordando a
todos el final que, inexorablemente, nos espera.
Lo que viene a continuación son la
manifestación del sentido universal del Misterio de la Redención, representado
por los estandartes de las Doce Tribus de Israel que porta la cofradía del
Carmen, los cuales se complementan con los cuatro de las “Partes del Mundo” a
los que luego nos referiremos.
De reciente introducción, aunque ya han
cobrado carta de naturaleza en el cortejo son estas dos figuras femeninas. Una
de ellas, con su cántaro, hace alusión a la Samaritana, mientras que la otra
representa a María Magdalena. Comoquiera que no formaron parte del programa
iconográfico de toda la ceremonia, su ubicación es un tanto anómala.
Lo que sí gozaba de larga tradición era
la presencia de “La Paz y la Justicia”, llevando la primera una palma y la
segunda una espada, mientras sostienen una cartela con un versículo del salmo 85
(84) en latín, que traducido dice “La Justicia y la Paz de besan”. El que
figuren en este lugar es debido a otra parte del mismo salmo en la que, en
referencia al Señor, dice “La Justicia marchará ante él y sus pasos señalarán
el camino”.
Y, efectivamente, tras la Cruz
Parroquial, que recuerda aquellos tiempos en los que, en la procesión
participaba todo el numeroso clero de la ciudad, regular y secular, y entre los
estandartes de las cuatro partes del mundo: África, Asia, América y Europa (Oceanía
no era aún conocida), desfila el arca que contiene la imagen yacente de Cristo.
A esa preciosa imagen articulada, fue creada para protagonizar
la desaparecida ceremonia del Descendimiento, rinden los máximos honores la
Unidad de Alabarderos, con arma presentada, escoltándola después a lo largo de
todo el trayecto.
Como ya hemos comentado en un artículo
anterior esta imagen de Cristo y la de la Virgen de la Peana son las únicas de
Borja que tienen el privilegio de desfilar bajo palio. En el caso que nos
ocupa, por razones de espacio, el palio marcha detrás, aunque la cubrirá en el
momento de su sellado en la plaza de España. El encargado de ese cometido será
el Centurión, auxiliado por los “angelicos”, uno de los cuales porta el
martillo y los sellos que se colocarán sobre el tape del arca.
La procesión fue presidida por el Párroco
de Borja D. José María Sánchez Becerril que marchaba detrás de la caja, seguido
del tape de la misma y, a continuación, por la representación del velo del
templo que porta la cofradía de San Bartolomé, el cual se rasga en el momento
de colocar el primer sello en el arca.
Como en todo cortejo fúnebre, acompañan
al cadáver sus más allegados. En este caso, precedidos por una bandera que
indica “El Duelo del Señor” (la foto no es de este año), desfilan el Paso de la
Verónica que lleva la cofradía de San Sebastián con su Agrupación de Cornetas, Tambores
y Bombos.
Con ella marchaban el Paso de María
Magdalena que lleva la cofradía de San Lucía, y el de su Madre, la Virgen
Dolorosa, a la que dedicamos un comentario especial.
Con ella marchaban el Paso de María
Magdalena que lleva la cofradía de San Lucía, y el de su Madre, la Virgen
Dolorosa, a la que dedicamos un comentario especial.
El destino del cortejo fue la plaza de España
donde, sobre el tablado allí dispuesto, se procedió al sellado del arca, antes
de iniciar el regreso a la colegiata, donde tuvo lugar el acto final del
Entierro de Cristo, del que dimos cuenta ayer.
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