La actual capilla de la Virgen del Carmen está situada en el extremo de la panda norte, en la que puede verse el claustro antes de que se iniciara su restauración y en donde, a mitad de la otra crujía aún se ve la capilla del baptisterio que, como dijimos ayer, estuvo inicialmente dedicada a la Virgen de las Nieves.
Seguir la evolución de las capillas del
claustro de la colegiata de Santa María es tarea compleja, por el número de las
mismas y por los cambios de titularidad operados en ellas. En esta otra imagen,
a la derecha, se ven las capillas de la Oración en el Huerto y otra, contigua a
la del Santo Cristo, que llegamos a conocer, dedicada a las Almas del
Purgatorio.
La actual capilla del Carmen estuvo originalmente
dedicada a San Simón y San Judas, habiendo sido documentada por el Dr. D.
Alberto Aguilera Hernández en 1532. La Virgen del Carmen, titular de una
cofradía, fundada en 1701, en la que se agrupaban los sastres de la ciudad,
tuvo diversos emplazamientos. Durante un corto tiempo, estuvo en la actual capilla
de la Virgen de la Peana y, más tarde, en la que ahora está dedicada a San
Isidro, en el claustro.
De ella pasó a la que estamos
comentando. En el libro de la cofradía que se conserva en el archivo de nuestro
Centro, se reseña que, en 1857, se efectuó el traslado a esta capilla que les
había cedido el cabildo. Sin embargo, no hemos encontrado ninguna referencia a
la realización de obras, salvo las referidas al arreglo del tejado en 1861.
El retablo es moderno, con partes
reaprovechadas del que hubo en la capilla con anterioridad. Sin lugar a dudas,
al anterior retablo pertenecieron las pinturas que decoran el banco.
En ellas están representados los dos
Apóstoles, San Judas Tadeo y San Simón de Cirene o el Zelote, de los que no se
tienen demasiados datos e, incluso, hay discordancias en cuanto al lugar de su
martirio. Suele aceptarse que evangelizaron juntos Persia y allí encontraron la
muerte.
San Judas, a la izquierda, aparece representado
con un libro en su mano derecha y, en la izquierda, un palo o garrote con el
que, según la tradición, fue golpeado hasta la muerte. San Simón lleva un
instrumento (no se ve bien, por la suciedad acumulada) que lleva unos dientes y
que, probablemente hace alusión a la sierra con la que fue cortado su cuerpo.
En el centro está representada la
Virgen llevando entre sus brazos al Niño, que abraza a su Madre por detrás de
su cabeza. Otro símbolo mariano lo encontramos oculto En el frontal en el que ahora
se ve el emblema de la orden del Carmelo, pero bajo él se adivinan los trazos
del anagrama de María.
El cuerpo principal del retablo está
ocupado por la hornacina en la que se venera a la imagen de la Virgen del
Carmen, vistiendo el hábito de la Orden y con el Niño en el brazo izquierdo, llevando
ambos en su mano el escapulario. A ambos lados hay unas molduras doradas que, posiblemente,
fueron reutilizadas.
Rematan el conjunto un bonito conjunto
de las armas de una familia, entre molduras, que hemos podido identificar.
Corresponden a los Garcés, una familia asentada en diferentes localidades que
D. Carlos Sánchez del Río estudió, aunque no se atrevió a dibujar su escudo.
Pero, hemos encontrado ahora un informe
que los relaciona con los Garcés del Garro, los cuales traían escudo
cuartelado. En el 1º y 4º cuartel tres fajas de gules en campo de plata. En el
2º y 3º, en campo de oro, un árbol de sinople, sumado de un pájaro y acompañado
de dos estrellas de azur. Comoquiera que el escudo ha sido repintado los
esmaltes y metales han sido modificados y las estrellas apenas se ven junto al
tronco del árbol. No cabe duda, por lo tanto, que la descripción corresponde al
del retablo, aunque ignoramos si fue quien lo encargó, como parece razonable.
Como en el caso de la capilla de la
Virgen de las Nieves, dispone de linterna en la que se abren cuatro ventanales
que proporcionan la suficiente iluminación.
Un detalle de gran interés es que,
durante la restauración del claustro, apareció en la pared lateral de esta
capilla, la huella de dos apuntados que, a diferencia de los restantes,
llegaban hasta el suelo.
No cabe duda, por lo tanto, que, en el
proyecto inicial del claustro, en este ángulo se encontraba el templete que
daba acceso al interior del mismo. Ello nos induce a pensar que esta panda
llegó a terminarse con todos sus vanos, antes de que se iniciara la construcción
de las capillas. Cuando, hacia 1532, se hizo la de San Simón y San Judas se
cerró para siempre el acceso previsto inicialmente.
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