domingo, 30 de abril de 2023

La capilla de Santa Lucía

 

         La actual capilla de Santa Lucía, está situada en la crujía norte del claustro, entre la capilla de San Isidro y la del Santo Cristo de la Parroquia. Inicialmente estuvo dedicada a Santa Bárbara y para su construcción se aprovechó un hueco existente, delimitado por la nave de la iglesia y claustro, aunque invadió parte de la planta baja del actual Museo de la Colegiata.


         No disponemos de buenas imágenes de la capilla, aunque existe un estudio de la misma, del que son autores Dª. Elena Aguado Guardiola y el Prof. D. Juan Carlos Lozano López, publicado en la revista Artigrama, en 2000, a raíz de la restauración de las pinturas de su retablo, llevada a cabo por la primera firmante.

         Fue en 1656 cuando el gremio de espadadores decidió fundar una cofradía, bajo la advocación de Santa Lucía y, dos años después, el cabildo de la colegial les concedió la capilla que, hasta entonces había estado dedicada a Santa Bárbara.

 

         Se da la circunstancia de que, merced al estudio comentado, conocemos tanto al autor de la mazonería como al de los lienzos. El primero fue el carpintero borjano Francisco Chavarría que capituló su construcción con la cofradía en 1692.

         Como puede verse en las fotografías consta de tres calles, separadas por pilastras cajeadas con la misma ornamentación que aparece en el resto de la mazonería. En la calle central se sitúa una hornacina con la imagen de la titular. En las calles laterales, están unos lienzos que representan a Santa Lucía (a la izquierda) con la palma del martirio en su mano derecha y la bandeja con los ojos que son su atributo personal. A la derecha está Santa Bárbara, también con palma de martirio y la torre con tres ventanas con la que, habitualmente, se la representa.

         En el ático, rematado en arco de medio punto, se sitúa en el centro una hornacina poco profunda, con la imagen de Santa Bárbara y, a ambos lados, unos tondos enmarcados con la representación de San Pedro de Arbués (a la izquierda) y Santa Teresa de Jesús (a la derecha). El primero, viste el hábito coral de canónigo (lo era de la Seo) y, en un rompimiento situado en la parte superior, un ángel le entrega la corona y palma del martirio. Fue el primer inquisidor en Aragón y murió asesinado en la catedral, a manos de judíos. En el caso de Santa Teresa, aparece representada con el hábito de su orden, en actitud de escribir sobre una mesa, inspirada por el Espíritu Santo.

         Detalle muy importante e inusual: en el lienzo de Santa Bárbara apareció, durante la restauración, el nombre del autor de las pinturas. Se trata de José Urroz, que las firmó en Zaragoza en 1696, y del que no se conocen otras obras.

 

         De Santa Lucía hay dos imágenes. Una de ellas es la que, en ocasiones, ha ocupado la hornacina central y que, en un momento determinado, fue sometida a un desafortunado repinte.

 

         Pero, la que habitualmente ha sido la titular del retablo es esta otra, más antigua que la anterior y que conserva su policromía original, siendo utilizada como imagen procesional hasta nuestros días. 



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