La
ceremonia del Velatorio de la imagen de Cristo, desde la tarde del Jueves Santo
hasta la del Viernes Santo, constituye el nexo de unión entre la del
Descendimiento y el Entierro de Cristo que es posterior.
Cuando
comentábamos ayer la ceremonia del Descendimiento, señalábamos que al finalizar
la misma se exponía a la veneración de los fieles la imagen de ese Cristo
articulado que acababa de bajar de la Cruz.
Ahora se lleva a cabo en la capilla de la cofradía de San José y ello obedece a que cuando en 1746 comenzó a realizarse el Entierro de Cristo se encargaba de él esta cofradía que agrupaba a fusteros y carpinteros, dado que quien iba a ser enterrado, aunque Dios, era el hijo de un carpintero.
La
imagen yacente de Cristo está acompañada por las de la Virgen y San Juan
Evangelista que, según el relato evangélico estuvieron al pie de la Cruz. Se
solían colocar sobre el altar de la capilla, aunque más recientemente las hemos
visto en unos pedestales o banquetas.
Es
costumbre perfumar la imagen antes de cubrirla con las sábanas blancas y la
colcha negra, primorosamente bordadas, que dejan al descubierto los pies para
que puedan ser besados.
Ante
la imagen desfilan los fieles, mientras es velada por miembros de la cofradía
de las Almas y no por los de la cofradía de San José, lo cual tiene una
explicación. Cuando se restauró el Entierro de Cristo, después de la
interrupción provocada por la Guerra de la Independencia, la cofradía de San
José renunció a su organización, alegando sus escasos recursos, siendo
sustituida en ese cometido por la de las Almas. Cabe señalar también que, en
Borja, a diferencia de otros lugares no hacen guardia los alabarderos o “romanos”
como se les denomina en algunas localidades, dado que en nuestro caso es una
ceremonia íntima y de un carácter estrictamente devocional.
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