En el claustro de la antigua colegiata de Santa María, frente a la capilla de San Blas, aún se conserva la cruz de madera que aparece en la imagen (y que debería ser restaurada, dado su interés) que era la utilizada en la ceremonia del Descendimiento que se realizó por vez primera en 1731. El año anterior, el beneficiado Sr. Torralba había expuesto al cabildo el propósito de dos devotos de organizar esa ceremonia piadosa para la que ofrecieron una imagen de Cristo y otra de la Virgen, así como los medios económicos para sustentarla.
Hasta
ese momento, la única procesión de la Semana Santa borjana era la del Jueves
Santo a la que, además de los cinco pasos correspondientes a los Misterios
Dolorosos del Santo Rosario, se habían ido incorporando otros elementos como la
Doce Tribus de Israel, documentadas por el Dr. Aguilera Hernández.
La
introducción del Descendimiento constituía una importante novedad, aunque hay
precedentes en otras ciudades españolas. Concretamente, desde el primer tercio
del siglo XVII se representaba en Calahorra y Sigüenza. En esta última ciudad
fue prohibida por un obispo y recuperada recientemente.
En
Borja se llevaba a cabo, inicialmente, en el interior de Santa María pero más
tarde se consideró oportuno trasladarla al pórtico. Sobre un tablado se
disponía la cruz que hemos comentado que tiene unos soportes metálicos en sus
brazos de los que pendía el Santo Cristo. Frente al tablado se disponía la
imagen de la Virgen que, en todos los Descendimientos, desempeña un papel
importante.
La
imagen utilizada es la misma que ahora protagoniza el Entierro de Cristo, el
llamado “Cristo de la caja” que tiene los brazos articulados mediante un
ingenioso mecanismo, por lo que se trata de la que fue fabricada expresamente
para el Descendimiento.
Es una
imagen de buena factura que actualmente se venera en la capilla que tiene en el
claustro, junto a la entrada a la de la Virgen de la Peana. Allí están también
las imágenes de la Virgen Dolorosa y la de San Juan Evangelista.
Pero
queremos llamar la atención sobre esa cruz que aparece tras el arca, con unos
lienzos blancos ya que, probablemente, era la que portaba la cofradía de San
Antón en el Entierro de Cristo, en
recuerdo de esta ceremonia del Descendimiento que dejó de realizarse en 1870 al
aducir la cofradía de las Almas, que se había encargado de la misma, los problemas
económicos por los que atravesaba. Hay que tener en cuenta que se abonaba una
cantidad al sacerdote encargado del sermón que acompañaba a la ceremonia, así
como diversas cantidades a todos los eclesiásticos asistentes, especialmente al
prior de la colegial y a los que integraban el terno.
Fue en
1948 cuando la cofradía de San Antón decidió adquirir el actual paso que
desfila en el Entierro de Cristo “para que simbolice con más propiedad que lo
hacía el que tenemos en la actualidad, el Descendimiento de la Cruz”. Estaba
previsto que participara en la procesión en 1949 y creemos que llegó a hacerlo,
a pesar de las dificultades a las que se enfrentaron por haber experimentado su
precio un incremento del 30 %, hasta alcanzar las 6.000 pesetas. Como la
cofradía no tenía fondos suficientes fueron algunos miembros de la misma los
que accedieron a conceder un préstamo reintegrable de 100 pesetas cada uno, el
cual les fue devuelto en años sucesivos. Los faroles que lleva el paso fueron
comprados en 1965.
No
sabemos dónde fue adquirido el paso; posiblemente en Olot y hemos encontrado
algunos parecidos con la denominación de “paso de la Piedad” y no con el de
Descendimiento, dado que estos son mucho más complejos.
Aunque,
como hemos dicho, el Descendimiento dejó de realizarse en Borja en 1870, se
sigue haciendo en Ambel. En este caso, porque un sacerdote borjano D. Nicolás
Almau, reprodujo la Semana Santa de su ciudad natal, con Entierro de Cristo y
este Descendimiento en el que intervienen dos personajes que representan a José
de Arimatea y José de Nicodemus. Como en otras ciudades castellanas se enmarca
en una monición en la que el sacerdote explica los pasos y presenta a la Virgen
los elementos retirados de la Cruz, como el cartel, los clavos o la Corona de
Espinas.
Después,
la imagen se deposita en el arca. En Borja se colocaba sobre una mesa para que
fuera venerada por los fieles. De esa costumbre surgió después la ceremonia del
Velatorio a la que nos referiremos otro día.
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