lunes, 15 de marzo de 2021

La ceremonia del Descendimiento

 

         En el claustro de la antigua colegiata de Santa María, frente a la capilla de San Blas, aún se conserva la cruz de madera que aparece en la imagen (y que debería ser restaurada, dado su interés) que era la utilizada en la ceremonia del Descendimiento que se realizó por vez primera en 1731. El año anterior, el beneficiado Sr. Torralba había expuesto al cabildo el propósito de dos devotos de organizar esa ceremonia piadosa para la que ofrecieron una imagen de Cristo y otra de la Virgen, así como los medios económicos para sustentarla.



         Hasta ese momento, la única procesión de la Semana Santa borjana era la del Jueves Santo a la que, además de los cinco pasos correspondientes a los Misterios Dolorosos del Santo Rosario, se habían ido incorporando otros elementos como la Doce Tribus de Israel, documentadas por el Dr. Aguilera Hernández.

         La introducción del Descendimiento constituía una importante novedad, aunque hay precedentes en otras ciudades españolas. Concretamente, desde el primer tercio del siglo XVII se representaba en Calahorra y Sigüenza. En esta última ciudad fue prohibida por un obispo y recuperada recientemente.

         En Borja se llevaba a cabo, inicialmente, en el interior de Santa María pero más tarde se consideró oportuno trasladarla al pórtico. Sobre un tablado se disponía la cruz que hemos comentado que tiene unos soportes metálicos en sus brazos de los que pendía el Santo Cristo. Frente al tablado se disponía la imagen de la Virgen que, en todos los Descendimientos, desempeña un papel importante.



         La imagen utilizada es la misma que ahora protagoniza el Entierro de Cristo, el llamado “Cristo de la caja” que tiene los brazos articulados mediante un ingenioso mecanismo, por lo que se trata de la que fue fabricada expresamente para el Descendimiento.



         Es una imagen de buena factura que actualmente se venera en la capilla que tiene en el claustro, junto a la entrada a la de la Virgen de la Peana. Allí están también las imágenes de la Virgen Dolorosa y la de San Juan Evangelista.

         Pero queremos llamar la atención sobre esa cruz que aparece tras el arca, con unos lienzos blancos ya que, probablemente, era la que portaba la cofradía de San Antón  en el Entierro de Cristo, en recuerdo de esta ceremonia del Descendimiento que dejó de realizarse en 1870 al aducir la cofradía de las Almas, que se había encargado de la misma, los problemas económicos por los que atravesaba. Hay que tener en cuenta que se abonaba una cantidad al sacerdote encargado del sermón que acompañaba a la ceremonia, así como diversas cantidades a todos los eclesiásticos asistentes, especialmente al prior de la colegial y a los que integraban el terno. 



         Fue en 1948 cuando la cofradía de San Antón decidió adquirir el actual paso que desfila en el Entierro de Cristo “para que simbolice con más propiedad que lo hacía el que tenemos en la actualidad, el Descendimiento de la Cruz”. Estaba previsto que participara en la procesión en 1949 y creemos que llegó a hacerlo, a pesar de las dificultades a las que se enfrentaron por haber experimentado su precio un incremento del 30 %, hasta alcanzar las 6.000 pesetas. Como la cofradía no tenía fondos suficientes fueron algunos miembros de la misma los que accedieron a conceder un préstamo reintegrable de 100 pesetas cada uno, el cual les fue devuelto en años sucesivos. Los faroles que lleva el paso fueron comprados en 1965.

         No sabemos dónde fue adquirido el paso; posiblemente en Olot y hemos encontrado algunos parecidos con la denominación de “paso de la Piedad” y no con el de Descendimiento, dado que estos son mucho más complejos.



         Aunque, como hemos dicho, el Descendimiento dejó de realizarse en Borja en 1870, se sigue haciendo en Ambel. En este caso, porque un sacerdote borjano D. Nicolás Almau, reprodujo la Semana Santa de su ciudad natal, con Entierro de Cristo y este Descendimiento en el que intervienen dos personajes que representan a José de Arimatea y José de Nicodemus. Como en otras ciudades castellanas se enmarca en una monición en la que el sacerdote explica los pasos y presenta a la Virgen los elementos retirados de la Cruz, como el cartel, los clavos o la Corona de Espinas.



         Después, la imagen se deposita en el arca. En Borja se colocaba sobre una mesa para que fuera venerada por los fieles. De esa costumbre surgió después la ceremonia del Velatorio a la que nos referiremos otro día.







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