El
Entierro de Cristo es una comitiva funeraria que, partiendo de la colegiata de
Santa María, se encamina a la plaza de España donde tienen lugar el sellado del
arca que contiene la imagen yacente de Cristo.
Todos
y cada uno de los elementos que la componen tienen un significado preciso que
responde a un esquema que fue definido en un momento indeterminado, tomando
alguno de ellos de la procesión del Jueves Santo a la que se habían incorporado
con anterioridad.
Como hemos señalado en ocasiones anteriores todos ellos pueden ser enmarados en tres grandes apartados: El recuerdo de la pasión; la muerte y su poder; y la transcendencia universal de la Redención. Eso por lo que a símbolos se refiere porque también se integra todo lo relacionado con el entierro propiamente dicho que, en este caso, reúne especial solemnidad.
En
artículos sucesivos vamos a ir comentando cada uno de los elementos que
integran la comitiva, intentando dar respuesta a su significado que no siempre
puede ser plenamente precisado.
Abren
el cortejo los llamados “heraldos” personajes, uno de los cuales porta una
maza. La maza es uno de los signos distintivos de determinadas corporaciones
como la municipal, que desfila precedido por dos maceros, o el cabildo colegial
que también tenía su propio macero.
La
presencia de ese macero solitario con una maza de madera al comienzo del
Entierro de Cristo nos sigue planteando a algunos problemas pues aún no hemos
podido precisar a qué obedece y cuándo fue colocado en ese lugar.
Lo que
sí hemos podido documentar gráficamente es que esa sencilla maza que porta es
idéntica a las que utilizaron los maceros municipales hasta 1889, tras haber
sido robadas las originales de plata durante la Guerra de la Independencia. En
esta antigua fotografía de la procesión de San Roque se ve con claridad la
forma que tienen las usadas en esos momentos.
Las
actuales fueron encargadas en 1889 con ocasión de las grandes fiestas del I
Centenario de la Virgen de la Peana pues se consideraba indecoroso continuar
con esas toscas mazas de madera. Pero el caso es que una de ellas se ha
perpetuado al frente del Entierro de Cristo.
En los últimos años hemos visto que
acompañan al macero dos (en ocasiones más) personas revestidas con el hábito de
la cofradía de las Almas, portando sus varas crucíferas. Sin embargo, hasta no
hace mucho tiempo se mantuvo la costumbre de que fueran tocando unas campanas,
algo completamente inadecuado ya que el día de Viernes Santo las campanas deben
estar silenciosas.
Son
matracas y carracas las que suenan desde la tarde del Jueves Santo hasta el
Gloria de la Vigilia Pascual. En el Entierro de Cristo vimos en alguna ocasión
este curioso instrumento que portan unos monaguillos.
Una
comitiva compleja como la que estamos comentando requiere de la presencia de un
regidor que vaya dando salida a los participantes en el lugar adecuado y con el
debido orden para evitar errores como el de hace no muchos años en los que al
inicio de la comitiva marchaba el macero, acompañado por la inadecuada bandera
negra del Entierro de Cristo y la sorpresa añadida de figurar en ese extraño
trío la del “Duelo del Señor”. A ambas banderas nos referiremos en artículos
posteriores.
Pero
siempre ha habido errores como el que aparecen en esta antigua imagen (con
personas muy queridas y recordadas) en la que la bandera negra precede a los
heraldos. Además, con la cofradía de San Juan desfilaba la Banda de Cornetas y
Tambores de la Cruz Roja, vistiendo sus integrantes el uniforme completo con
casco y correaje, algo poco habitual en una procesión de estas características.
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