martes, 30 de marzo de 2021

Los alabarderos

 

         El Entierro de Cristo de Borja no puede concebirse sin la presencia de los alabarderos, una unidad integrada por un corneta, un tambor, dos guías y seis alabarderos, al mando de un centurión mayor al que acompañan dos “angelicos”.

         Es posible que esta unidad o cuerpo sea tan antigua como el propio Entierro de Cristo, pero las primeras referencias explícitas que hemos encontrado corresponden a 1851, cuando el secretario de la cofradía de las Almas, que acababa de encargarse de la organización de la ceremonia propuso “sustituir los ridículos e impropios trajes que llevan el Centurión Mayor y los alabarderos por unos cascos y unas corazas de hoja de lata, para que imiten con más propiedad a los soldados romanos que en aquella época pusieron alrededor del Sepulcro de Ntro. Sr. Jesucristo para que lo guardasen, por haber prometido resucitar al tercer día”.  



         No sabemos cómo eran aquellos “ridículos e impropios” trajes ya que las primeras fotografías son muy posteriores a la fecha en que se adoptaron los que, en gran medida, han continuado usándose hasta ahora con muy pequeñas modificaciones. Lo que conviene señalar es que los alabarderos (nombre con el que se les conoce) representan a los soldados romanos que fueron facilitados por Pilato para guardar el sepulcro del Señor y evitar que fuera robado su cuerpo.



         El uniforme actual de los alabarderos se compone de vestidura interior de color rosa que cubre las piernas y lleva mangas largas; túnica verde de mangas cortas, galonadas en plata; botines de fieltro verde; guantes blancos y capa roja con galón estrecho dorado.

         La armadura está formada por peto y espaldar plateados. En el peto figura un sol en relieve; gola y hombreras plateadas; casco con visera calada y cimera rematada en pica. Portan alabarda plateada pero no escudo.


         Los uniformes del corneta y el tambor se diferencian en que la túnica era originalmente de color rosa, ahora granate y en lugar de hombreras llevan charreteras también plateados, siendo el peto liso como también lo es el de los guías que son los dos alabarderos que encabezan la formación.



         El centurión vestía túnica de color violado con flecos dorados (ahora granate); guante blanco; manto rojo con galón dorado flanqueado por dos más finos y con fleco dorado. Atrás las letras SPQR (iniciales del lema de la república romana).

         Su armadura está integrada por peto y espaldar lisos; casco rematado en cimera roja, cuya visera lleva un calado más fino que el de los alabarderos; brazal, codal y manopla; ristre, pero no lleva gola; greba prolongada con rodillera; escarpe. Como distintivo porta una lanza rematada por una pequeña cruceta en forma de flecha.



         Los “angelicos” cuyo papel es muy importante en el desarrollo de la ceremonia de sellado del arca, visten túnica de manga larga con galón y fleco dorado. Su color ha variado del azul anterior al rosa actual. Botines del mismo color; guantes blancos; coraza plateada con dos alas, también plateadas, en la parte posterior; y yelmo con visera en el caso del ángel que porta los sellos y sin ella en el otro.



         Uno de los ángelicos, el que desempeña el papel principal, lleva en su mano izquierda una bandeja con un martillo y los sellos de cera que el centurión colocará en el arca, siguiendo el ritmo marcado por los golpes del bastón que el ángel lleva en su mano derecha. El otro ángel no sube al tablado y permanece abajo con el escudo del centurión.




         Los cometidos de los alabarderos son, en primer lugar, acompañar al centurión a recoger a los angelicos a sus domicilios. Después se disponen en el pórtico de Santa María rindiendo honores a los pasos e insignias hasta que aparece el arca a la que escoltan durante el recorrido hasta la plaza de España. En esta última imagen puede verse que, junto con los alabarderos, también daba escolta al arca una pareja de la Guardia Civil, con el tricornio. 




Una vez en el Campo del Toro, rinden honores mientras el centurión, al compás del ritmo que marca el angelico, procede al sellado del arca, antes de regresar a la colegiata donde será depositada en el presbiterio, antes de retirarse los alabarderos.









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