Dentro de la simbología del Entierro de Cristo borjano, el paso de la Muerte ocupa un lugar preferente, junto con el cráneo y ceniza que siguen a continuación, como manifestación de su poder omnímodo sobre todos los seres vivos.
Fue en
la Literatura medieval cuando comenzó a difundirse el concepto de una muerte
que a nadie perdona. Su primera representación gráfica apareció en la obra Cordial de las cuatro postrimerías, publicada
en Zaragoza en 1491. Allí se incluye esa frase latina de “Nemini parco qui vivit in orbe”. En el grabado que
reproducimos (que no es el de esa obra), junto al “Nemini parco” aparecen las
alusiones a cardenales, obispos, papas y reyes que inevitablemente han de
morir, representadas por los tocados característicos de cada uno de ellos.
Todo
ello aparece recogido en el paso de Borja. La muerte sostiene en su mano
derecha una cartela con la expresión “Nemini parco”, aunque en la hoja de la guadaña
se optó por representar su traducción al castellano: “A nadie perdono”.
A sus
pies se disponen esos símbolos a los que hemos hecho referencia: la corona
real, la tiara papal, la mitra propia de los obispos y, en lugar del capelo
cardenalicio, el orbe o bola del mundo que engloba a todos. A través de las
imágenes puede verse que no siguen un orden estricto pues cada año lo modifican
al montar el paso cuando, en nuestra opinión, debería ser mantenido estable.
Hay que
añadir que este paso era llevado en el Entierro de Cristo por la cofradía de
San Crispín, que reunía al gremio de zapateros, hasta su desaparición. Además,
cuando el paso atraviesa el pórtico de la colegiata, al iniciar la procesión, los
alabarderos le rinden los honores fijados para él que son el toque de silencio
interpretado por el corneta y la posición de “Suspendan” para las alabardas.
La representación
de la muerte en nuestra procesión no es un caso único pues las hay también en
otros lugares, aunque a veces con significado distinto. Entre los casos más
parecidos al de Borja se encuentra el paso de Ateca, aunque no lleva los
símbolos a sus pies.
Otros
pasos de la muerte, como los de Sevilla y Zaragoza tienen un significado
contrapuesto al de Borja pues mientras en el de aquí lo que quiere destacarse
es el triunfo de la muerte, en esos otros es la muerte la derrotada por Cristo
en la Cruz.
Queremos
finalizar aludiendo a algunas supersticiones que, en algunos lugares,
acompañaban a este paso. Hubo ciudades en las que dejó de tomar en el desfile
procesional por el temor que inspiraba y, sobre todo, por la creencia de que
cuando el paso se detenía ante una casa, fallecía uno de sus moradores en el
transcurso del año. Afortunadamente en Borja son más sensatos y mueren cuando
les corresponde...
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