El tercer paso de la procesión del Jueves Santo de Borja es el de la Coronación de Espinas, que hace alusión al correspondiente Misterio del Santo Rosario, aunque popularmente es conocido como el del “Cristo de la caña”.
La
escena representada es descrita con precisión en el Evangelio de San Mateo.
Tras azotarlo, “los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y
reunieron alrededor de Él a toda la cohorte; lo desnudaron y le pusieron un
manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la
cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante Él la
rodilla, de burlaban diciendo: ¡Salve, rey de los judíos!”. Luego le escupían,
le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza” (Mt 27, 22-30). De forma
más sucinta lo narra también San Marcos (Mc 15, 16-19), así como San Juan (Jn
19, 2-3), mientras que San Lucas no menciona este episodio de la Pasión. Fue,
tras esa horrible burla cuando Pilato lo mostró al pueblo con el manto rojo y
la corona de espinas, diciendo “Ecce Homo” (He aquí al hombre) con la pretensión
de que se apiadaran y pudiera evitar la condena a muerte, pero el tumulto
creció con los gritos de “¡Crucíficalo! ¡Crucíficalo!” y las alusiones al César
que condujeron al fatal desenlace.
Ya
dijimos en el primer artículo de esta serie que, cuando la procesión fue
creada, no existía todavía el paso de la Coronación de Espinas. La primera
referencia encontrada por el Dr. Aguilera Hernández es de 16 de abril de 1700
cuando el gremio de sastres se dirigió al cabildo de la colegial para
informarse sobre la forma en que debían sacar la insignia (paso) de la
Coronación en la procesión del Jueves Santo. En aquellos momentos, aún no había
sido fundada la cofradía del Carmen que era la de los sastres. Lo fue en 1701 y
en una de sus primeras decisiones se trata sobre sacar “la insignia de la
Coronación de Espinas” “como otros años”, lo cual viene a significar que de
este paso se venían encargando los sastres desde hacía ya algún tiempo.
Lo que
no sabemos es quién encargó la imagen que difiere bastante de la que representa
a la Flagelación, dado que en este caso, sólo están trabajadas la cabeza, las manos y lo pies, cubriéndose la primera
con una peluca.
De
forma ininterrumpida se ha hecho cargo de ella la cofradía del Carmen que,
durante año, la conserva en una capilla del claustro de la colegiata y,
recientemente, procedió a restaurar el paso por completo, siendo presentado el
resultado poco antes de que diera comienzo la actual pandemia.
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