No hace mucho dimos a conocer el momento en el que el acueducto de las Arcadas se convirtió en sifón, tras el derribo de una de ellas. Hablamos también de su restauración en 2011 por la Brigada Municipal, bajo la dirección de D. Leandro José Galindo Escolano. Ahora, hemos vuelto a ese lugar que, durante mucho tiempo, fue uno de los más emblemáticos del entorno de nuestra ciudad.
Nada
queda de aquellos hermosos árboles que allí había ni tampoco de los que,
posteriormente, se plantaron a lo largo del camino. Quedan algunos que, sin
embargo, van cayendo uno a uno.
Frente
a las Arcadas se instaló un banco desde el que, salvo la obra, hay poco que
contemplar, dado que su entorno dista mucho de ser el adecuado, cuando sería
fácil adecentarlo, limpiarlo y plantar algo que le proporcionara algún encanto.
Ni
siquiera se mantiene ese pintoresquismo que reflejaba la película “Nobleza
baturra”, ya que, bajo la arcada subsistente, lo que se ve ahora es esa
horrible tajadera metálica.
Tampoco
está en buen estado el cartel informativo que, tras la restauración, fue
colocado en la pared del sifón (quizás no era el sitio más adecuado).
El
Sindicato de Riegos ha limpiado recientemente parte de su estructura, aunque no
toda pues parte de ella queda afectada por la hiedra y la vegetación que la
envuelve.
Es muy
interesante ver la acequia que cruzaba por encima del acueducto y todavía se
mantiene. Es en uno de sus tramos cuando se advierte la gran cantidad de vegetación
que la rodea y que, sin duda, debe afectar a su estructura.
Es muy
interesante ver la acequia que cruzaba por encima del acueducto y todavía se
mantiene. Es en uno de sus tramos cuando se advierte la gran cantidad de vegetación
que la rodea y que, sin duda, debe afectar a su estructura.
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