Decíamos
ayer que, cuando se propuso crear el Entierro de Cristo, se afirmaba que la
intención de los fieles que impulsaban esa iniciativa era la de celebrar una
procesión “de entierro” para dar sepultura al cuerpo de Cristo que había sido
descendido de la Cruz.
Era, en definitiva, un entierro como el de cualquier otra persona que, en esta ocasión, corría a cargo de la cofradía de San José en sus inicios, por ser Jesucristo hijo del titular de la misma.
En la actualidad,
los entierros se anuncian en Borja, como en muchas localidades, mediante
esquelas fijadas en puntos estratégicos de la ciudad pero, hasta hace no
demasiado tiempo ese cometido corría a cargo de un “avisador” que a viva voz
daba noticia de la identidad del fallecido y de la hora del entierro, en
plazas, calles y establecimientos más concurridos.
Esa
es, en definitiva, la función de la comitiva del pregón que a primeras horas de
la tarde del Viernes Santo sale de la colegiata de Santa María para anunciar el
Entierro de Cristo que tendrá lugar más tarde.
Ahora,
la presencia de representantes de todas las cofradías y de la banda de cornetas
y tambores de la de San Juan Evangelista, con los coloridos hábitos introducidos
en época reciente, ofrece un aspecto un tanto diferente de la sobriedad que
tuvo en el pasado con la única presencia de la cofradía de San José y,
posteriormente, de las de Almas cuando se hizo cargo de la organización del
Entierro de Cristo.
Entre
los elementos que tomaban parte en la menguada comitiva figuraba un macero y la
bandera negra del Entierro de Cristo a los que nos referiremos al comentar
todos los componentes de esa procesión.
El
núcleo central lo constituyen los miembros de la cofradía de las Almas en torno
a su bandera, arropando a la persona que se encarga de cantar el pregón.
Hasta
que hubo priores efectivos, acompañaban a la comitiva en su recorrido, siendo
ellos los encargados del rezo de las preces finales. Como consecuencia del
carácter laico del pregón los sacerdotes no iban revestidos portando únicamente
el cetro enlutado. En la primera imagen puede verse a mosén Primo Irache en la
plaza de San Bartolomé con sotana, manteo y bonete en la cabeza, mientras que
en la segunda D. José Antonio Preciado aunque con sotana ya no viste el manteo
ni se toca con bonete.
Al
llegar a los puntos establecidos, el toque de atención de la corneta y el
redoble del tambor que acompañan a la cofradía, invitan al silencio a las
personas reunidas en esos lugares.
Seguidamente
el cantor, antes muy jóvenes y en la actualidad algo menos entonan el pregón
cuyo texto es el siguiente:
Devotos fieles cristianos,
amigos
de Jesús Nazareno,
Hijo de
María Santísima,
que
acaba de morir
por la
Redención del mundo,
acudiréis a las ocho de la tarde
a
solemnizar su entierro,
a llorar
al pie de la Cruz nuestros pecados.
Pater
noster, Ave María.
Tras
el rezo de esas oraciones la comitiva retoma la marcha para culminar el
recorrido en la colegiata de Santa María de donde había partido.
En
2007, Pyrene en colaboración con nuestro Centro grabó y distribuyó un bonito
documental en DVD al que corresponde esta parte del pregón que puede verse en
este enlace.
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