Que en
todo conflicto se producen destrucciones que afectan al Patrimonio Cultural de
las partes enfrentadas es un hecho evidente, a pesar de que ello esté
tipificado como un crimen contra la humanidad y existan ya instrumentos legales
que obligan a su protección.
Pero en España, los actos vandálicos contra el Patrimonio Artístico Religioso no fueron, en la mayoría de las ocasiones, derivados de acciones militares en el transcurso de la guerra, sino que la mayoría de ellos fueron motivados por el furor antirreligioso desencadenado desde los primeros momentos de la proclamación de la II República.
A
partir de mayo de 1931 ardieron en diversos lugares de España más de cien
templos y casas religiosas, sin que el gobierno hiciera nada para impedirlo.
Ello ocasionó pérdidas patrimoniales de gran importancia que no suelen ser
tenidas en cuenta.
Ha
llegado a nuestro poder un desplegable devocional que, a efectos de reparación,
se reproducen algunas de las imágenes de la Virgen que fueron pasto de las
llamas en aquellos aciagos días de 1931.
Entre
ellas la Inmaculada que los jesuitas tenían en su casa de la calle de la Flor,
en Madrid, o la Virgen del Carmen de la iglesia de los carmelitas en la plaza
de España, la cual ardió por completo, aunque se salvaron la cabeza con ese
rostro que, según la tradición, se había vuelto para contemplar a un novicio
que vacilaba en su vocación.
Algunas
de ellas eran obras muy importantes como la Purísima de Salcillo que se
veneraba en la iglesia de los franciscanos de Murcia; o la Virgen de la Soledad
de Pedro de Mena que estaba en la iglesia de San Pablo de Málaga, ciudad en la
que fueron quemadas 21 imágenes de la Virgen, entre otras muchas.
En
Cádiz desaparecieron en la iglesia de los dominicos la imagen de la Virgen del
Rosario, que era la Patrona de la ciudad, y junto con ella otra imagen, también
de la Virgen del Rosario que era conocido con el sobrenombre de “La Galeona”
por haber navegado muchas veces a bordo de los buques de la Carrera de Indias.
Es
curioso que es la imagen ante la que los miembros de la dotación del Juan Sebastián de Elcano se despiden
antes de emprender su crucero anual o, como ocurre este año, viaja a bordo del
mismo. Pues bien, nadie nos dijo nunca que esa imagen la hizo en 1945 el
escultor Juan Luis Vasallo conservando en su interior los restos quemados de la
anterior, aunque la cabeza de la Virgen y el Niño son los originales pues se
salvaron de incendio.
Nos ha
impresionado la lectura de este sencillo folleto y esperamos que en algún
momento se inicie la realización de un inventario, absolutamente
imprescindible, de todo el Patrimonio perdido, de igual manera que existen
obras bastante completas, como recientemente adquirida por nosotros, sobre el
Patrimonio español fuera de España.
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