No hace mucho, las riberas del Huecha eran un lugar al que acudían las familias a comer, merendar o pasear. Los sotos que allí crecían y se cuidaban eran un lugar agradable para un rato de esparcimiento.
La
desaparición de espacios de disfrute colectivo como la torre de la Morena o la
pérdida de las sendas por las que se podía transitar por las orillas es posible
que hayan podido contribuir a que ya no sea tan frecuente “ir hasta el Huecha”
donde, por otra parte, tampoco es lugar adecuado para pescar.
Aquel
río que fuera lugar preferido para pintores y fotógrafos permanece un tanto
olvidado y hasta la mayoría de quienes han adquirido el hábito de recorrer
varios kilómetros diarios por motivos de salud eligen itinerarios casi urbanos
como los que conducen al polígono industrial.
Pero
sigue habiendo lugares en los que es posible disfrutar de un paseo agradable,
tanto en Borja como en otras localidades. En Bureta, donde estuvimos recientemente,
a través del “bosque encantado” y de los antiguos jardines del palacio de
Bureta, se llega hasta el Huecha.
Las
arboledas entre las que discurre el río son muy bonitas y podrían serlo más si
fueran objeto de mayor atención y se las dotara, por ejemplo, de unas mesas
para sentarse, dado que son de propiedad municipal.
Pero
ello requiere de la colaboración ciudadana porque, recientemente, un fuego
imprudentemente encendido (no queremos pensar que fuera intencionado) provocó
un incendio que no afectó al bosque encantado debido a la distancia que hay
entre ambas zonas.
Debemos
reivindicar el papel del río que, en cierta medida, fue vertebrador de nuestra
comarca y cuyas aguas no sólo sustentaron la agricultura de sus municipios sino
que sirvieron como elemento motriz para los molinos construidos en sus
inmediaciones.
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