Fue
el 24 de junio de 1657 cuando los vecinos de Borja, junto con sus autoridades,
hicieron voto solemne de celebrar la fiesta del nacimiento de San Juan Bautista
que hoy conmemora la Iglesia.
La razón que les impulsó a tomar esa decisión fue la tremenda pedregada que había caído sobre nuestra ciudad, arrasando por completo todas las cosechas, con lo que eso significaba en aquellos tiempos. Por ello, decidieron encomendarse al Santo para que, en el futuro, no padecieran una calamidad semejante.
Desde
entonces, se celebraba una Misa Solemne y procesión con la imagen de “San
Juanico” que el Alcalde conservaba en su despacho. Asistía la corporación
municipal en pleno, bajo mazas, hasta que a finales del siglo XX, olvidaron
este y otros votos semejantes, a pesar de que su cumplimiento obliga en
conciencia, salvo que sean expresamente dispensados, cosa que no ha ocurrido.
Menos mal que “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera” (Salmo
144).
Por
otra parte, en el barrio de San Juan, sus vecinos colocaban a otro “San Juanico”
en la hornacina de una casa ya desaparecida y después en un pilar dispuesto al
efecto.
Hasta que la pandemia
lo impidió, siguió encendiéndose la víspera la tradicional hoguera pues, a diferencia de las
celebraciones religiosas, perduraron las profanas.
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