Hemos vuelto a Litago para fotografiar el conjunto de esculturas que jalonan ese paseo tan bonito que es la calle Tiro de Bola. En nuestra visita anterior sólo vimos una pero, al documentarla, nos percatamos de que muy cerca había otras y no dudamos en regresar.
No es
de extrañar que la más cercana al casco urbano nos pasara desapercibida dado
que, casi completamente oculta por la hiedra, se encuentra la escultura
dedicada a Lug, una divinidad céltica que dio nombre a la ciudad de Lugdunum, la actual Lyon, y que
supuestamente fue adorado por las primitivas gentes de los alrededores del
Moncayo, tal como se explica en la lápida que pudimos entrever entre la hiedra.
Tuvimos que recurrir a la página “Escultura Urbana de Aragón” para conocer las características de esta obra realizada por el escultor sevillano Luigi Maráez, residente en Trasmoz, que utilizó su propia imagen para representar a esa divinidad pagana. El monumento fue inaugurado con ocasión de las V Jornadas de Poesía del Moncayo que impulsa Trinidad Ruiz Marcellán.
La siguiente
escultura lleva por título “El lector” y como todas las instaladas en este
paseo fue realizada por Luigi Maráez, un artista polifacético pues no sólo es
escultor reconocido, sino también escritor y dramaturgo
Representa
a una persona sentada, leyendo el libro que sostiene sobre sus piernas. Fue la
única que localizamos durante nuestra primera visita, al encontrarse junto al
árbol en el que reposamos tras el recorrido por las calles de la localidad.
Un
poco más adelante se encuentra un grupo de tres monumentos, el primero de los
cuales es el dedicado a Trinidad Ruiz Marcellán, la fundadora de la Editorial Olifante
que tiene su sede en Litago, desde la que creó e impulsó el Festival de Poesía
del Moncayo, junto con su compañero Marcelo Reyes.
El
monumento está constituido por un monolito de piedra, levantado sobre una basa,
que en su parte anterior muestra el logotipo de la editorial, realizado en
bronce.
Al
lado se encuentra el monumento a Marcelo Reyes García (1962-2015), el compañero
de Trinidad y argentino de origen que residió en Litago durante 22 años y falleció
prematuramente a consecuencia de un accidente cuando practicaba parapente.
El
conjunto está constituido por un monolito de piedra, a manera de muro, sobre el
que se disponen un sombrero, una cartera y tres libros. A su derecha otro
monolito, en este caso de mármol, con una placa en la que puede leerse el poema
que le dedicó Trinidad Ruiz Marcellán.
La
última escultura es, cuando menos, desconcertante dado que representa en hierro
la figura esquemática de un hombre arando, mientras que sobre la losa que la
sustenta aparece el rótulo “San Sebastián”. Cerca del paseo se encuentra la
ermita dedicada a este popular Santo militar, pero resulta difícil de adivinar
la relación que guarda con la escultura. Hubiéramos pensado que podía hacer
alusión a San Isidro pero, por alguna razón, es conocida como “Monumento a San
Sebastián”.
No son
las únicas esculturas existentes en Litago ya que, en la plaza de los Toros y
sobre la fuente situada en el centro de la misma pueden verse dos pequeños
toros de bronce, cuyo autor no hemos llegado a conocer.
Trinidad
Ruiz Marcellán tiene en el jardín de su casa otra obra de Luigi Maráez,
titulada “El hombre tranquilo” que, inicialmente estuvo en el parque de
Trasmoz.
Y a
Trinidad se le homenajea también con una placa de cerámica en la que aparece
uno de sus poemas, junto a la reproducción del lienzo que, en 1866, pintó
Valeriano Bécquer, durante su estancia en Veruela, acompañando a su hermano
Gustavo Adolfo.
La
obra se titula “El presente. Fiesta mayor en el Moncayo” pero en Litago no les
faltan razones para creer que lo que en él se representa es la fiesta de “La
entrega”, que la cofradía de San
Sebastián celebra a finales de agosto. Coincide el traje del danzante, el
pendón con el roscón que lo remata y hasta se conserva el contrafuerte que
puede verse junto al arco.
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