Entre
las fotografías que el Prof. D. Pedro Luis Hernando Sebastián nos ha remitido
del Museo de Arte Sacro de Teruel que hoy se inaugura, se encuentra ésta en la
que aparece un antiguo Calvario, maltratado por el tiempo pero que,
convenientemente restaurado, muestra su belleza en una de las salas del citado
museo.
Su contemplación nos ha traído el recuerdo de un lamentable suceso acaecido en Borja y que no es demasiado conocido. En la colegiata de Santa María apareció enterrado un Cristo medieval que lógicamente se encontraba en muy mal estado. Era una pieza importante que hubiera merecido la atención de los especialistas pero el párroco de entonces no sólo ocultó el hallazgo sino que tomó la terrible decisión de quemar la imagen en claustro de la colegiata dado que, en su opinión, era irrecuperable.
No fue
la única “fechoría” que llevó a cabo pues, años más tarde, ardieron en el mismo
lugar, formando una gran pira, ornamentos litúrgicos muy antiguos porque ya
estaban en desuso. Puede parecer un milagro que se salvaran los que hoy se
exponen en el Museo de la Colegiata y otros que formaron parte de la rica
colección existente en ese templo.
Al
hablar de las pérdidas patrimoniales acaecidas en nuestra ciudad, en lo primero
que pensamos es en la destrucción de iglesia de San Bartolomé, pero solemos
olvidarnos de otras anteriores como las que se produjeron en la antigua
parroquia de San Miguel, algunos de cuyos bienes se han recuperado
posteriormente, pero no los que intencionadamente se destruyeron como el magnífico
frontal de su altar mayor, similar al de Santa María o su histórica pila
bautismal.
Lo que
muchos ignoran también es que, a comienzos del siglo XX, hubo un párroco que
vendió obras de Arte importantes de Santa María, entre ellas esta tabla que representa
a San Pedro acudiendo a la llamada del Señor que pudimos ver hace años en una
exposición en la Aljafería. Se da la circunstancia de que cuando el historiador
norteamericano Chandler R. Post visitó nuestra ciudad, pudo contemplarla en
Santa María, atribuyéndola al “maestro de Borja”, procedimiento habitual cuando
desconocía el nombre del autor, dándole el de la localidad en la que había
encontrado la obra.
La creación
del Museo de la Colegiata supuso un punto de inflexión en la preservación del
patrimonio cultural eclesiástico borjano y ello fue posible por la conjunción
de varios factores: La actuación del M. I. Ayuntamiento adquiriendo y
restaurando el edificio que lo alberga, así como la labor del Centro de
Estudios Borjanos donde se elaboró el proyecto museográfico. Pero el museo no
hubiera llegado a crearse de no contar con la colaboración del párroco D.
Florencio Garcés y, de manera especial, con la del entonces obispo de la
diócesis D. Carmelo Borobia Isasa, un hombre excepcional que no sólo apoyó este
proyecto sino otro como el de los inventarios de todas las localidades de
nuestra zona.
Pudiera
parecernos que ya ha pasado el peligro para el Patrimonio y que los tiempos han
cambiado. Sin embargo, hoy más que nunca, debemos estar atentos ante la
posibilidad de que, en un futuro no muy lejano, nos encontremos ante situaciones
mucho más graves que las descritas o las que se atravesaron en el siglo XIX a
consecuencia de la Desamortización.
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