Ha
sido al leer el artículo del Dr. D. Alberto Aguilera Hernández que, sobre “El
legado de la Orden de Predicadores en la ciudad de Borja”, aparecerá en el
número de este año de la revista Archivo
Dominicano, cuando hemos tenido conocimiento de la existencia de un
importante relicario de Santo Tomás de Aquino en nuestra ciudad.
Se trata de una obra de orfebrería que el Dr. Aguilera data en el siglo XVII que, sobre el pie y en el interior de un ostensorio rectangular, se conserva un escrito original de Santo Tomás de Aquino (1225-1274), que fue donado por el P. Diego de Enciso al Santuario de Misericordia en fecha indeterminada, pero comprendida entre 1690 y 1722. Nos ha llamado la atención esa donación al Santuario, dado el valor de lo que entregaba, pues hubiera sido más lógico que lo hiciera a la colegiata y, si realmente era dominico, más razonable hubiera sido que se conservara en el convento de su orden que, para entonces ya existía en Borja.
De
confirmarse que es un escrito de mano del propio Santo Tomás
estaríamos ante un hallazgo de extraordinaria importancia. El P. Adolfo Robles
Sierra O.P. archivero de la provincia dominicana de Aragón publicó en 1967, en Analecta Sacra Tarraconensia, un
artículo en el que daba a conocer la existencia de un fragmento autógrafo de
Santo Tomás en el monasterio de Santa Inés de Zaragoza. Consta exclusivamente
de dos líneas y, según ha podido documentarse, está relacionado con el
manuscrito conservado en la Biblioteca Nazionale de Nápoles del que, a
comienzos del siglo XVIII, se extrajeron fragmentos dispersos por varios
lugares, uno de los cuales llegó a Madrid.
Como
anexo al artículo citado, el P. Robles incluyó la noticia de un nuevo
fragmento, también procedente de manuscrito de Nápoles, que había pertenecido
al Colegio Escocés de Valladolid. En este caso, su importancia era mayor pues
consta de diez líneas. Pero el de Borja tiene 18, por lo que se requiere un
estudio urgente en el que debe ser transcrito el texto y, sobre todo,
autentificado por los expertos lo que no debe ser excesivamente difícil pues se conocen muy bien los rasgos de la letra de Santo Tomás.
Otro
aspecto a considerar es el de la biografía del donante, ese Padre Diego de
Enciso que creemos natural de Borja y muy posiblemente hijo de Diego de Enciso
de la Olivera que desempeñó diversos cargos municipales en la segunda mitad del
siglo XVII y que pudo ser el notario del mismo nombre cuyos protocolos se
conservan en nuestra ciudad. Aunque por el contexto de la donación pudiera
haber pertenecido a la Orden de Predicadores no lo sabemos con certeza y, de
hecho, en esa misma época hubo otro Diego de Enciso de la orden de los
Agonizantes que llegó a ser predicador de la Real Casa y del que se conserva en
la Biblioteca Nacional un manuscrito con numerosos sermones.
Insistimos
en la sorpresa que nos ha producido este descubrimiento, dado que de haberlo
sabido cuando creamos el Museo de la Colegiata, lo hubiéramos elegido para ser
expuesto en lugar preferente.
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