lunes, 21 de junio de 2021

Sobre el altar mayor de la parroquia de San Martín de Moncayo

 

         Desde el primer momento en que visitamos la iglesia parroquial de San Martín de Tours, en San Martín de la Virgen del Moncayo, nos llamó poderosamente la atención su altar mayor de mármol blanco en el que, dentro del templete diseñado como expositor para el Santísimo Sacramento, se encuentra la imagen del Santo Obispo titular del templo.


         Que se trata de algo anómalo lo demuestra el reducido tamaño de esa imagen, para adaptarla a un espacio para el que no fue concebido. Asimismo, el hecho de que el templete esté flanqueado por dos ángeles en posición de adoración sólo se explica si se tiene en cuenta que allí debía ser colocado el Santísimo Sacramento en las exposiciones solemnes.


         Por otra parte, en la hornacina situada en la parte superior del ábside se encuentra una imagen del Sagrado Corazón  que, por su tamaño y ubicación, pudiera parecer la titular del templo.



         No fue hasta ayer cuando encontramos una explicación plausible a lo que, desde luego, no es normal. Al pie del retablo se hace constar que fue donado por Don Salvador Gómez Sánchez en 1926, el mismo benefactor que mandó construir y sufragó el actual templo, cuya primera piedra fue colocada en 1931, siendo inaugurado en 1949 y consagrado diez años después.

         Por lo tanto, el altar fue donado a la iglesia anterior en la que el retablo mayor sería muy probablemente el que ahora está en el crucero, con el lienzo que representa a San Martín. Comoquiera que D. Salvador Gómez era hijo de la localidad y conocía muy bien todas las circunstancias y tradiciones de la misma, a la hora de supervisar el diseño de su templo considerara que la hornacina hoy destinada al Sagrado Corazón fuera ocupada por una imagen de San Martín, representado en el momento en el que, montado a caballo, corta su capa militar para entregarla al mendigo.


         En cualquier caso, es preciso destacar el interés de este conjunto que fue encargado por el donante a unos marmolistas de Toulouse, los hermanos J. Guiraud, lo que demuestra que no reparó en gastos.



         

         A la hora de contemplarlo hay que tener en cuenta que, a raíz de las reformas litúrgicas derivadas del Concilio Vaticano II, la mesa del altar fue separada de su primitivo emplazamiento, perdiéndose por lo tanto la unidad del conjunto.



         A ambos lados del sagrario hay dos bajorrelieves enmarcados por arcos rebajados sostenidos por columnitas jaspeadas cuyo color rojo veteado contrasta con el mármol blanco. En ellos se representan dos escenas que hacen alusión al misterio de Dios hecho hombre: El momento de su concepción en el seno de la Virgen y el de su Nacimiento en el portal de Belén.




         Especial sentido tiene el programa iconográfico del frontal del altar donde bajo arcos de medio punto sobre las mismas columnitas jaspeadas a las que antes nos hemos referido. En el centro Cristo sosteniendo un cordero entre sus manos y a ambos lados los cuatro evangelistas con sus correspondientes atributos. De izquierda a derecha: San Mateo con el ángel; San Juan con el águila; San Marcos con el león; y San Lucas con el toro. En definitiva, Jesucristo como eje y centro de la Iglesia y los evangelistas que constituyen uno de sus soportes fundamentales.





   
  




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