jueves, 13 de enero de 2022

Impreso con una poesía de Baltasar González

 

         D. Manuel Giménez Aperte, acaba de hacernos entrega de un impreso que reviste especial interés para nosotros. Se trata de una hoja en tamaño folio, que reproduce una composición poética titulada “Noche-buena en Cuba”.

         El poema no era desconocido, dado que Dª. María Victoria Paños Pérez lo había transcrito en su trabajo dedicado a la obra poética de D. Baltasar González, que ha quedado inédito en el archivo de nuestro Centro.

         No cabe duda de que Victoria Paños había tenido entre sus manos este poema, del que afirmaba: “No va firmado ni fechado por lo que es imposible asegurar que su autor sea Baltasar González. Si lo incluyo aquí es porque no considero descabellado que sea una composición suya”, teniendo en cuenta de que había sido encontrado entre los papeles que Domínguez Pablo guardaba como pertenecientes a Baltasar González, siendo muy probablemente el mismo ejemplar que ha llegado a nuestro poder, dado que Manuel Giménez recogió algunos de los recuerdos de Francisco Domínguez.

         De la composición decía Victoria en su trabajo: “Como forma estrófica se trata de un romance, que es un tipo de composición en la que nuestro poeta demuestra sentirse bastante cómodo. Por lo que se refiere al tema no disiente en absoluto de lo que es en general el resto de su obra y el tema tampoco le es ajeno: las guerras le preocupaban sobremanera, las referencias a la primera guerra mundial son incontables y a la guerra de Cuba se alude en el poema “¡Pueblo Español!”.

         A nosotros no nos cabe la menor duda de que Baltasar González fue su autor, coincide con su estilo y la tipografía utilizada es la de la imprenta de Borja en esos momentos.

         En cuanto al mensaje que transmite, es evidente que, bajo el barniz de lo que la Nochebuena representa, hay una dura crítica a la guerra de Cuba y a los sufrimientos de los soldados enviados a combatir a esas lejanas tierras, para sucumbir “víctimas del vómito o de la fiebre amarilla, o del mortífero efecto de las balas enemigas”. Daba igual que “vómito” y “fiebre amarilla” fueran la misma cosa,  o que las bajas en combate fueran muy reducidas, en comparación con la enorme cantidad de las provocadas por las enfermedades infecto-contagiosas; de lo que se trataba era de presentar el tremendista efecto de los soldados agonizando en sus lechos, con el recuerdo presente de sus novias y madres, en una noche “en la que tienden a verse reunidas todas las ramas dispersas del árbol de la familia”.

         Pero ese sufrimiento de los que combaten y de las familias que lloran su ausencia tenía, a juicio de D. Baltasar, unos responsables para lo que pide que “¡Caigan sobre los causantes de tan inmensas desdichas las maldiciones humanas y la maldición divina!”, sin tomar en consideración ni la más mínima justificación ni sentido patriótico, salvo esa alusión final “a los valientes que luchan en la manigua”.

         Un detalle a considerar es cuándo fue editada la poesía, desde luego en el marco de la guerra de Cuba pero, como todos saben fueron tres las campañas militares en la isla: Entre 1868 y 1878, la llamada Guerra de los Diez Años o Guerra Grande; entre 1879 y 1880, la conocida como Guerra Chiquita; y finalmente la que tuvo lugar a partir de 1895, que condujo a la derrota española en 1898 y a la independencia cubana.

         Fue, durante esta última, cuando Baltasar González compuso su poesía y, como está fechada en la Navidad, sólo pudo hacerlo en tres años, 1895, 1896 y 1897, inclinándonos por cualquiera de los dos últimos, cuando ya el número de soldados allí destinados era cuantioso y las muertes muy numerosas.


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