domingo, 16 de enero de 2022

Cuando dimos noticia del descubrimiento de la nevera de Ambel

 

         Actualmente, la nevera de Ambel es suficientemente conocida, sobre todo desde que Guillermo Carranza la incluyera en el segundo volumen de la serie dedicada al Patrimonio Hidráulico de la cuenca del río Huecha, editado por nuestro Centro.


         Pero, cuando el 29 de junio de 2011 dimos en este blog la noticia de su “descubrimiento” constituyó una gran sorpresa, como lo había sido para nosotros ya que desconocíamos por completo su existencia, como también resultaba llamativo que no fuera citada por Christopher Gerrard en su obra Paisaje y señorío: La casa conventual de Ambel (Zaragoza), en la que reseña todas las edificaciones relacionadas con la agricultura, ganadería e industria que hubo en la localidad.


         Pudimos acceder a ella, gracias a la amabilidad de su propietario D. Antonio Aragón. Situada en las afueras del casco urbano, la construcción pasa desapercibida ya que fue edificada junto a un desnivel y parcialmente excavada en la peña.


         Las fotos son de aquel artículo, en que decíamos que era de planta circular con un diámetro de 5,80 metros. Se cubre con una falsa cúpula de mampuesto, de forma cónica y 4,20 metros de altura en su parte central, donde se dispone la abertura habitual de estas construcciones que, en este caso, conserva la pieza circular que la cerraba. Destaca una prolongación lateral excavada en la roca, en uno de sus laterales.

            El suelo fue pavimentado en cemento y se enlució la parte baja, ocultando el desagüe que tenía. También se amplió el acceso y fue dotado de escaleras que no tenía. Por el exterior, el ligero resalte que se adivina en el terreno donde se asienta ha sido protegido con cemento, evitando filtraciones y el deterioro de la obra que, en conjunto, se encuentra en perfecto estado de conservación.


         Apenas habían transcurrido unos meses, desde que diéramos la noticia, cuando el 16 de noviembre de ese mismo año, pudimos informar de que D. Alberto Aguilera Hernández había logrado identificar al autor de la obra. Se trataba de Diego Lizalde, obrero de villa, vecino de la ciudad de Borja.

         El dato apareció en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Borja y, en concreto, en el protocolo del notario borjano Juan Vicente de Albis, donde se reseña un albarán, que lleva fecha de 25 de junio de 1620. En ese documento, Diego Lizalde reconoce haber recibido 600 sueldos jaqueses, como parte del pago “de la fábrica que hago en la nevera de Ambel”. La información era de gran interés, dado que permitió datar la obra y conocer al autor de la misma.






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