viernes, 21 de enero de 2022

Sobre maceros, clarineros y timbaleros

 

Sobre esta cuestión hemos escrito en varias ocasiones en este blog. La primera fue en julio de 2011, poco después de efectuar una visita a la ciudad de Jaca en donde quedamos sorprendidos por el exquisito cuidado puesto en mantener el ceremonial que rodea los desfiles de la corporación municipal. Decidimos entonces escribir sobre su historia en Borja y las vicisitudes por las que han atravesado hasta nuestros días. Reproducimos el texto del artículo con las fotografías que entonces lo ilustraban. ¡Cuántas personas ya desaparecidas vemos en ellas!

Los maceros que acompañan al ayuntamiento con ocasión de las grandes celebraciones son un símbolo de autoridad que, en Aragón, mantienen cuidadosamente las antiguas ciudades del reino. Habitualmente son dos, aunque en otras corporaciones que tienen derecho a su uso, como ocurría con el cabildo de la colegial, su número quedaba reducido a un único macero. De este macero del cabildo ha quedado recuerdo en el personaje que, con túnica y maza negra, encabeza la procesión del Entierro de Cristo en la tarde del Viernes Santo.


            En Borja los maceros municipales se crearon el 24 de octubre de 1764, a petición del corregidor. La primera vez que desfilaron fue con ocasión de la fiesta de la Inmaculada Concepción de 1764 que, curiosamente, no se celebró hasta el 22 de enero del año siguiente. El acontecimiento despertó la lógica expectación y para que la sorpresa fuera mayor se vistieron en el propio convento y según se relata en las Actas municipales “llevaron las capas ocultas para que antes de salir al público se ofrecieran a la Inmaculada, nuestra patrona”. Hay que tener en cuenta que la Inmaculada es una de las fiestas de la ciudad, a la que, en virtud de voto perpetuo, tiene obligación de asistir el ayuntamiento en corporación.


          Los trajes de Borja difieren de los de otras ciudades en las que se utiliza la gramalla, esa vestidura larga, de grana o terciopelo carmesí sobre la que van bordadas las armas de la respectiva localidad. Aquí, por el contrario, se optó por un traje que recuerda el de los antiguos alguaciles o agentes de la autoridad. De hecho, quienes las vestían eran “porteros” en la antigua acepción que no era la actual, sino que sus funciones eran guardar las puertas con autoridad y desempeñar cometidos que se aproximarían a los de los ordenanzas. Los primeros maceros tuvieron que jurar “defender la ciudad y estar prontos en caso de guerras y turbulencias”.


Llevaban unas mazas de plata que fueron robadas durante la Guerra de la Independencia, pero no por los franceses, sino por la partida de guerrilleros que encabezaba D. Fidel Mallén, alcalde de Illueca que, en octubre de 1811, realizó todo tipo de desmanes durante su entrada en Borja. Hubo que hacer nuevas mazas que fueron ya de latón y que, el Viernes Santo, van enfundadas en lienzo negro, en señal de luto. También ese día es la única ocasión en el que los miembros de la corporación llevan guantes negros.

Las mazas actuales que se exhiben en el Salón de Reyes de la Casa Consistorial fueron encargadas en 1889, con ocasión del I Centenario de la Virgen de la Peana, y en ellas figura ese año. ¿Pero, entre 1811 y 1819, qué mazas se utilizaron?


         Con posterioridad, al artículo que estamos reproduciendo, pudimos dar respuesta a ese interrogante, a partir de las imágenes de antiguas procesiones en las que participaba el Ayuntamiento en pleno.



         Eran unas mazas de madera, muy similares a la que encabeza el Entierro de Cristo. Pudiera parecer la misma, lo que no dejaría de ser un caso llamativo de supervivencia de una pieza de estas características, pero comparando estas dos fotos que ofrecemos, el trazado de las volutas difiere algo entre unas y otra.



Timbaleros de Jaca

El 29 de noviembre de 1786 se tomó el acuerdo de “restituir” dos plazas de clarineros y una de timbalero. Al adoptar esta medida el concejo pretendía “que la ciudad tenga en los actos públicos la representación que ha de tener una ciudad que goza de voto en Cortes y con todos los privilegios de los que Borja dispone”. Sin embargo, no ha quedado constancia de que el acuerdo llegara a hacerse efectivo, por lo que nuestra ciudad es una de las pocas que no cuenta, en la actualidad con ellos.



Clarinero de Jaca

Como hemos comentado, acabábamos de ver en Jaca, el desfile de los dos maceros, dos clarineros y un timbalero, junto con las dos personas que portan los timbales, todos ellos vestidos con la gramalla carmesí en la procesión de Santa Orosia, un signo patente del prestigio de la corporación jacetana que, como en otros lugares, ha sabido mantener estas tradiciones.



Maceros de Tarazona

         Con posterioridad, hemos vuelto a ocuparnos de los maceros de Borja y su traje, integrado por jubón, calzas y medias negros. Al cuello gola almidonada y cubriendo los hombros capa de terciopelo rojo, con cuello vuelto. Como tocado un sombrero negro al que, posteriormente se le incorporó en el ala vuelta una escarapela, con los colores nacionales y, prendida a ella, una pequeña pluma. Se completaba con zapatos negros con hebilla rectangular. Un traje es muy similar al de los maceros de la ciudad de Tarazona, aunque en ese caso, llevan peluca que, creemos, no se corresponde con este tipo de trajes y que, en ambos casos, recuerda al que todavía utilizan los alguacilillos de algunas plazas de todos, aunque en lugar de gola, visten valona caída sobre los hombros.


Ello obedecía a que, como decíamos en 2016, desde hace algún tiempo, veníamos observando que la gola de los maceros de Borja, presenta un deplorable aspecto. Su tamaño se ha reducido; está arrugada, cuando debía ser almidonada o rígida; y cuelga como un babero, sin ceñirse al cuello. Además, últimamente, la capa se sujeta con una cinta negra sumamente antiestética ya que, si se considera necesaria, debía esconderse bajo la gola. En los sombreros tampoco aparece la escarapela ni la pluma que antes llevaban, aunque esta es una cuestión menor, en comparación con el aspecto de la gola.


Pedíamos entonces que se corrigieran las deficiencias observadas, por ser fácilmente subsanables. Como es habitual, nuestra sugerencia cayó en saco roto y, en 2019, durante la Ofrenda de Flores, los maceros seguían ofreciendo ese lamentable aspecto. Esperamos que, una vez superada la pandemia, cuando todo haya vuelto a la normalidad, también la recupere el traje de los maceros.

 









No hay comentarios:

Publicar un comentario