En la tarde del 5 de enero SS. MM. Los Reyes Magos llegaron a nuestra ciudad en medio de grandes medidas de seguridad, dado que, a pesar de la pandemia, el Ayuntamiento decidió no privar a los niños de una visita tan esperada. Por ese motivo, habían sido distribuidas unas normas de “obligatorio cumplimiento” en las que se disponía que “durante el recorrido de la cabalgata, las personas que estén viéndola en cualquiera de las calles, deberán permanecer por núcleos familiares, guardando 1,50 m de distancia de seguridad y mascarilla”.
Poco después de las seis y media, la
cabalgata partió de la calle Barbalanca para llegar a la avenida de Cervantes
por la carretera de Cortes. Como ya se había advertido, el número de carrozas
era menor y en ellas no había niños. Tampoco desfilaron las bandas, siendo
sustituidas por la música “enlatada” en la primera de las carrozas.
Los que sí lo hicieron fueron los gigantes
y cabezudos; estos últimos portando unos globos luminosos. Esperaban en el parque
para incorporarse a la comitiva.
Menos carrozas, pero mucho más bonitas
las que hemos visto este año, en el que evidentemente de ha hecho un gran
esfuerzo y el que no contaran con el habitual acompañamiento infantil, no les
ha restado brillantez.
Tras el portal de Belén y la estrella que los
guiaba, llegaron las carrozas de los Reyes, también renovadas este año, menos
aparatosas que las de ocasiones anteriores, pero con rótulos que permitían su
fácil identificación.
Ya en la plaza de España, no
hubo recepción oficial, ni discursos. Los niños, formados en tres filas, pasaron
a saludar y recoger los regalos, sin acceder al escenario, como en ocasiones
anteriores, ni tener contacto directo con SS. MM.
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