martes, 30 de enero de 2024

Los libros del milagro de Calanda

 

         Probablemente, todos hemos oído relatar la historia del llamado “milagro de Calanda”, acaecido en esa localidad aragonesa el 29 de marzo de 1640, en la persona de Miguel Juan Pellicer al que, cuatro años antes, le había sido amputada la pierna derecha en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Pero, aquel día, mientras dormía, le fue restituida por intercesión de la Virgen del Pilar de la que, supuestamente, era gran devoto.

         El milagro, del quedó constancia en el procedimiento judicial sustanciado al efecto, tuvo un enorme eco, siendo objeto de numerosas representaciones, la más reciente esta obra que reproducimos de la religiosa cisterciense y famosa pintora son Isabel Guerra.

 

         Nuestro interés por lo que ha sido considerado un milagro excepcional, nos animó a reunir las diferentes obras que hacen referencia al mismo, muchas de las cuales tienen un carácter hagiográfico y marcadamente devocional.

         Pero, en 2006, el canónigo D. Tomás Domingo Pérez (ya fallecido) publicó El milagro de Calanda y sus fuentes históricas, lujosamente editado por la CAI, con numerosas ilustraciones, en el que se ofrecía amplia y minuciosa información sobre la historicidad de aquel hecho, declarado milagro por la Iglesia. Considerábamos que se trataba de una obra seria y, en cierto modo, definitiva.

 

         Pero, en el ámbito histórico, todo puede ser objeto de revisión. Conocíamos la existencia de otra obra en la que se cuestionaba la realidad de lo acaecido aquel día en Calanda, pero no ha sido hasta ahora cuando ha llegado a nuestro poder.

         El milagro de Calanda. La génesis de un mito fue escrita, curiosamente, por dos calandinos Antonio Gascón Ricao y Ángel Briongos Martínez, que pretenden demostrar que todo fue un gigantesco fraude, a través de lo que califican de “rigurosa y exhaustiva investigación”.

         Sin embargo, en nuestra opinión, se trata de una investigación sesgada, condicionada por la hipótesis de que nunca existió tal milagro, entre otras razones porque la pierna nunca le fue amputada al joven Pellicer.

         Pero, a través de las más de 730 páginas de la obra, resulta muy difícil discernir qué hay de verdad y de mentira en los argumentos esgrimidos que, en determinadas ocasiones, nos parecen sumamente débiles, tanto al acusar de falsarios a todos los que depusieron en el proceso como a la hora de argumentar sobre las razones que indujeron a algunos de los protagonistas, como el vicario de Calanda, para urdir el engaño.

         Comoquiera que no somos especialistas en el tema, no nos pronunciaremos sobre el fondo de la cuestión, pero sí queremos señalar que, en lo que sí conocemos, como las cuestiones relacionadas con la práctica de la Medicina y la Cirugía en aquella época, hemos podido comprobar que se deslizan notorias inexactitudes.

         En consecuencia, no nos han convencido, como también les ha ocurrido a otros lectores, aunque la obra despertara el entusiasmo de todos aquellos que, por razones diferentes, son propensos a negar lo que otros muchos creen.


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