En la noche del día 19, víspera de San Sebastián, este era el desolador aspecto que ofrecía la plaza de San Francisco, en la que estaba anunciado el encendido de la tradicional hoguera de la cofradía. La nieve que había caído a lo largo del día, cubría aún la superficie de la plaza y la leña preparada para la hoguera. Por ese motivo, hubo que aplazarla para el día siguiente.
Y efectivamente, aunque la noche del 20
era fría, fueron muchas las personas que se concentraron en la plaza para
presenciar el encendido de la hoguera y el reparto de patatas asadas y arenques
que, con vasos de vino, ofrece la cofradía a todos los asistentes.
Hasta allí llegaron los miembros de la
Agrupación de Cornetas, Tambores y Bombos de San Sebastián y la Verónica,
desafiando al mal tiempo con las vibrantes notas de las marchas que
interpretaban.
Inmediatamente después, el pirotécnico
oficial de la cofradía procedió al encendido de la hoguera que, en este caso,
se lleva a cabo mediante una traca, al final de la cual los fuegos artificiales
iluminaron el cielo.
Y la hoguera aplazada pudo, por fin,
arder con normalidad, mientras comenzaba el reparto de los productos antes
mencionados.
Se daba fin así a una intensa jornada
que había comenzado a las seis de la mañana con el canto de la Aurora, seguida
por el rezo del Santo Rosario, discurriendo por las calles de la ciudad. A las
nueve, la Agrupación Musical Borjana interpretó “alegres dianas” y, a las once,
salió la procesión a cuyo término se celebró la Fiesta en la iglesia de Santa
Clara, nombre popular de la que debería ser conocida como iglesia de San Sebastián,
ya que es el titular de la misma.
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