Ayer, la Iglesia celebró la solemnidad del Bautismo del Señor, con la que pone fin al tiempo de Navidad. Lo recordamos con este bonito cuadro del museo de Caen, obra de Lambert Sustris, un pintor holandés del siglo XVI, establecido en Venecia. Hubiéramos querido ilustrar este comentario con la vidriera que hubo en el baptisterio de Borja, ahora en la capilla de San Esteban, pero no teníamos fotos de calidad.
Hoy se apagarán las luces de Navidad,
como las de esta foto de Bisimbre que nos ha enviado Pedro Domínguez Barrios, y
comenzarán a ser desmontados los belenes. Atrás quedará un ciclo que, a pesar
de ser este año extremadamente corto (sólo dos semanas), ha dejado en muchos de
nosotros cierta sensación de desbordamiento, como recordaba nuestro párroco.
Es cierto que el afán consumista ha
hecho que, desde los primeros días de diciembre, los medios de comunicación nos
“machaquen” con sus mensajes y las ciudades se iluminen cada vez más pronto. De
ahí, que aquellas fiestas entrañables del pasado, con un fuerte matiz familiar,
conserven sólo en parte aquel carácter y, hasta los niños, se sientan agobiados
por los regalos de Papá Noel, de la tronca (en muchos lugares) y ahora de los
Reyes Magos. Mientras tanto, quienes rigen nuestro destino procuran ocultar el
sentido cristiano de la Navidad y nos felicitan por el solsticio de invierno o
por el inicio de un nuevo año. Claro es que hay quienes ya ni se molestan en
felicitarnos…
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