Cuando, recientemente, dimos noticia de la recepción de los dos últimos números de la revista Vida Alagonesa, que nos trajo el Presidente de la Asociación Cultural Alagonesa de Estudios Locales, hicimos referencia al interés que, para nosotros, tenían algunos de los artículos que aparecían en ellos. Prometimos comentarlos y hoy lo hacemos con el que lleva por título “La iglesia parroquial de la Santísima Trinidad de Alcalá de Ebro: retablos, esculturas y pinturas”, del que es autor el Dr. D. Arturo Ansón Navarro.
Se trata de un templo, de planta de
cruz griega, construido entre 1680 y 1686, por iniciativa del IX duque de
Villahermosa, de quien dependía la localidad. A ambos lados del presbiterio, en
los brazos de la cruz, se encuentran los dos lienzos que han merecido nuestra atención.
En el lado del
Evangelio, puede verse un Cristo Crucificado, obra del pintor borjano
Buenaventura Salesa, que el Dr. Ansón, el mejor especialista sobre Salesa, ha
podido documentar, a partir de la documentación conservada en el archivo de la
Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. De él afirma en
el artículo que “fue el mejor pintor neoclásico que tuvimos en Aragón” y, tras hacer
referencia a su nacimiento en nuestra ciudad, ofrece una síntesis de su
biografía.
Analiza después detenidamente las características
de esta obra, poniendo de manifiesto su perfecta anatomía y la serena
contención del rostro de Cristo, para concluir que su tipología fue, en su opinión,
una creación personal de Salesa que alcanzó “con esta pintura una de sus obras
religiosas de mayor calidad pictórica”.
Muy interesante es también el análisis
que ofrece del lienzo que se encuentra en lado de la Epístola, representando a
San Francisco de Borja, del que afirma que no se trata de una obra neoclásica,
como en ocasiones ha sido catalogada, sino perteneciente al tránsito entre el
primer y segundo cuarto del siglo XVII.
Fue un encargo efectuado por D. Carlos
de Borja y Aragón, viudo de la VII duquesa de Villahermosa, cuando acababa de
ser beatificado San Francisco, con el propósito de difundir la devoción al que
era su pariente, en los templos que dependían del ducado.
En la parte superior aparece el escudo
de armas del que fue duque de Gandía y Prepósito General de la Compañía de
Jesús (con su anagrama a la izquierda).
Interesantísima es la profusión de atributos
personales representados, desde la calavera coronada, sobre un libro con el texto
“Ex morte vita”, en alusión a la leyenda de su conversión ante el cadáver de la
emperatriz Isabel, hasta lo que el Dr. Ansón describe como “un bodegón de
objetos civiles y religiosos”: la espada y la bengala de Capitán General, como
virrey de Cataluña; la cadena de oro y la corona ducal invertida, como expresión
de su renuncia a los honores de este mundo; los tres galeros púrpura que están a
la derecha, en alusión a las tres ocasiones en las que renunció a la dignidad
cardenalicia, algo que, por otra parte, era norma de la Compañía de Jesús, solo
quebrantada en épocas recientes, con funestos resultados. Al pie, la leyenda “Haec
arbitratus sum propterchristum detrimenta” (pero cuantas cosas tuve entonces
por ventaja las juzgo ahora daño por Cristo”, tomada de la Carta de San Pablo a
los Filipenses, como señala el Dr. Ansón, que constituyen la mejor expresión de
su completa renuncia, en pro de seguir su vocación.
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