Cuando el otro día nos acercamos al antiguo molino harinero de Ambel (una joya a la que dedicaremos otro artículo), pudimos ver, junto al camino, la silueta de un guerrero a caballo, vestido a la usanza medieval, con lanza y escudo, dispuesto a enfrentarse al feroz dragón que atemorizaba a los viajeros que atravesaban eso lugares.
La lucha contra un dragón se asocia
inmediatamente con la figura de San Jorge, pero, en Ambel, quien luchó contra
él y lo venció no fue el Patrón de Aragón, sino San Sebastián, el Patrón de la
villa, al que se encomendaron sus habitantes. No creemos que existan muchas
representaciones del Santo mártir romano de estas características.
Allí encontramos un cartel que hace
referencia a la leyenda del dragón y, en concreto a la piedra en la que quedó
grabada la huella del caballo de San Sebastián que, según nos informaron, ya no
puede verse, dado que fue picada por algún vándalo.
De la leyenda se han hecho eco varios
autores, entre ellos Alberto Serrano Dolader y Juan Domínguez Laiserra. Según
el relato más común, en una cueva situada al otro lado del camino, moraba un
feroz dragón que se alimentaba de los incautos transeúntes que pasaban por su
cercanía.
Ante el terror que la presencia del
monstruo despertaba, los habitantes de Ambel decidieron pedir la ayuda de su
Patrón y San Sebastián, acudió solícito a terminar con la bestia.
En la feroz lucha que mantuvieron ambos
volaron desde la cueva en la que se ocultaba el dragón, hasta caer en el lugar
donde, quedaron impresas las huellas de las patas del caballo del Santo, las
que ahora ya no pueden verse. Además, el lugar asociado a la leyenda, aun
recibe el nombre de las “Piedras del Dragón”. El recorrido por aquel lugar
merece la pena, tanto por ver la curiosa representación de San Sebastián, como
por conocer el antiguo molino, con sus saltos de agua. Es un paraje muy bonito,
a pesar de que sufrió las consecuencias del pavoroso incendio de hace dos años.
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