El Dr. D. Isidro Aguilera Aragón nos ha hecho entrega de una importante colección de fotografías de las obras de restauración del Palacio de la Aljafería, que tienen el valor añadido de haber sido realizadas por nuestro compañero José Antonio Gracia Tabuenca (Jarke). Iremos mostrándolas, comentando al mismo tiempo, el largo proceso que condujo a la recuperación de este emblemático monumento de la capital aragonesa.
Cuando visitamos ahora este
impresionante palacio que, además, es sede de las Cortes de Aragón, puede
pasarnos desapercibido el complejo proceso de su recuperación, los problemas que
hubo que abordar y los aciertos y errores que definieron su estado actual.
Como recordarán nuestros lectores en su origen fue un palacio
que, en la segunda mitad del siglo XI, mandó construir el rey de la taifa
zaragozana al-Muqtadir. Era conocida como Qasr al-Surur (palacio de la
Alegría), pues había sido concebida como un lugar de recreo y expresión del
poder de aquella dinastía hudí que, en aquellos momentos, se encontraba en su máximo
esplendor.
Suele destacarse que la importancia de
la Aljafería radica en el hecho de ser el único testimonio conservado de un
gran edificio del arte hispanomusulmán en época taifal, pero no podemos olvidar
que el mismo monarca había mandado construir, pocos años antes, otro palacio o
quinta de recreo en Borja, del cual se conservaron restos muy importantes en
Maleján, localidad surgida en el recinto de ese palacio que nunca ha sido
suficientemente estudiado y en el que la barbarie e incultura hicieron
desaparecer restos tan significativos como el arco de acceso al oratorio del
palacio que es el que muestra esta imagen.
Tras la Reconquista, la Aljafería pasó
a ser residencia de los reyes de Aragón, siendo sometida a obras importantes
durante el reinado de Pedro IV y, posteriormente, en el de los Reyes Católicos.
Tras las alteraciones de Aragón, en
1591, Felipe II decidió convertir el castillo en un poderoso reducto para, en caso
necesario, “sujetar a la población”. De la reforma se han conservado planos en
el Archivo General de Simancas en los que se aprecian los cambios introducidos.
Para entonces, la Aljafería ya era sede de la Inquisición y allí había sido
recluido Antonio Pérez.
A mediados del siglo XVIII, el palacio
fue convertido en cuartel, sufriendo nuevas e importantes modificaciones que
terminaron por ocultar los restos históricos del pasado. Como “Cuartel del
Príncipe” primero y como sede de diversas instituciones militares hemos llegado
a conocerlo.
De esa etapa como establecimiento militar han quedado dibujos y grabados. Muy conocido es éste en el que pueden verse a diversos militares, uno de ellos acostado en un camastro, bajo el impresionante alfarje del Salón del Trono. Esta espectacular estancia fue utilizada también como depósito de armas y, según testimonios directos, allí recogieron algunos borjanos sus fusiles al inicio de la Guerra Civil.
De esa etapa como establecimiento
militar han quedado dibujos y grabados. Muy conocido es éste en el que pueden
verse a diversos militares, uno de ellos acostado en un camastro, bajo el
impresionante alfarje del Salón del Trono. Esta espectacular estancia fue utilizada
también como depósito de armas y, según testimonios directos, allí recogieron
algunos borjanos sus fusiles al inicio de la Guerra Civil.
Mientras tanto reproducimos otras fotos
de las que nos han sido entregadas, aunque creemos que corresponden a la última
fase de la restauración, la llevada a cabo por los arquitectos Luis Franco y
Mariano Pemán.
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